"Capital del Viento" |
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En el desértico panorama de los domingos, medio centenar de personas se encontró en Belgrano y San Martín para recordar al lustrador del casco petrolero plateado, fallecido hace una semana.En esa esquina donde Narciso solía pasar las horas, se lo recordó con anécdotas y poemas.
También hubo una ofrenda floral y una cajita con avellanas. Todos dijeron que aprendieron a quererlo porque vivió "a su manera".
Muchos siguen buscando a Narciso con la mirada. En uno de los bancos de la Plaza Roca; en su humilde morada de calle Sarmiento donde encontró la muerte; viendo televisión a través de la vidriera de Don José Hogar o en la esquina del locutorio de Belgrano y San Martín.
Hay quienes tan solo se acostumbraron a su presencia y sienten ahora que falta un elemento al paisaje urbano de la ciudad; otros lo filmaron y lo estudiaron, aunque también están aquellos que no necesitaron muchas explicaciones para quererlo.
Sin que esas diferencias se explicitaran, el vivo recuerdo de ese personaje misterioso sobre el que nadie estableció grados de cordura fue lo que los reunió ayer en la esquina del locutorio.
A las 12:30 había 50 personas que charlaron sobre las circunstancias compartidas con Narciso Esponda, leyeron poemas e indicaron a los demás los lugares en los que el lustrador solía pasar las horas en el pasado, comercios que como él también quedaron en la memoria.
Silvia y Andrea, madre e hija, revivieron que se habían conmovido por la soledad en la que Narciso pasaba las fiestas. «¿Te acordás el año?», indagó Silvia, y Andrea confirmó que había estado en el hogar de la familia hace dos años y en las últimas fiestas, compartiendo las cenas de fin de año.
«Lo vimos solo. Lo vinimos a buscar. Era un hombre tranquilo, de hablar poco. Comía pausado y era tranquilo. Me acuerdo que nos escuchaba y nos miraba. Lo gracioso fue que nos dijo que tenía ¿cuántos?... 38», dijo Silvia.
La vecina de la ciudad opinó que sería acertado ponerle el nombre de Narciso a la Plaza Roca, una idea que se propaga desde su fallecimiento.
A su maneraAlicia Vilches trajo a la memoria a Narciso; «Lito» o «El Vasquito», como se lo llamó en otras épocas. Ella trabajó en lo que era la confitería «Scorpios», de Belgrano y San Martín.
«Hace muchos años estuve en la confitería y nosotros nos cruzábamos a buscar cambio al Splendid. El siempre algo murmuraba a su manera. Me acuerdo de su cara cuando miraba televisión... él vivió a su manera», expresó Vilches, quien pronosticó que todos los comodorenses lo recordarán siempre, como a «todos los personajes que hemos tenido».
Pero Narciso no sólo sembró sentimientos en los habitantes de siempre de la ciudad, sino también entre quienes hace poco vinieron a Comodoro.
«Me llamó la atención. Yo vivo en Belgrano y Sarmiento y siempre paso por acá. El me llamó la atención. Un hombre que no pidiera, que no molestara. Le pregunté a mi marido y él me dijo lo mismo. Yo creo que Narciso se hizo querer. Por eso vine a traerle una flor», comentó Vicky, quien se mudó desde Mar del Plata hace año y medio.
Mientras en el lugar la impronta de Narciso era notable, en la ventana del locutorio se depositó una ofrenda floral y un paquete de avellanas. Momentos antes la docente y periodista Elvira Córdoba había pegado fotos de Narciso en el lugar.
«Era un hombre que vivía en total libertad. Sentimos cariño por él, quien receptaba ese cariño a su manera. Le decimos que lo seguimos queriendo de la misma forma que cuando lo veíamos con su banquito y su casco», manifestó el diputado provincial José Karamarko, quien se había sumado al grupo y de quien se dijo que tuvo a su cargo las gestiones para dar un digno sepelio al lustrador de casco petrolero.
Ayer Narciso, quizá sin quererlo, demostró que vive en el recuerdo de todos.
Créditos:Publicado en el Diario El Patagónico. (29/08/05).
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