"Capital del Viento" |
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En 1992, a don Antonio Inacio Entrudo -inmigrante portugués llegado a Comodoro Rivadavia en 1948- directivos de la Asociación Española le golpearon la puerta para ofrecerle que se hiciera cargo del cuidado de los numerosos árboles y plantas que se habían acabado de plantar en el predio circundado por las calles Sarmiento, 13 de Diciembre, Huergo y Pastor Schneider. Entre otras especies, se habían sembrado allí unos 600 pinos.Lo buscaron porque sabían de su «mano verde». En su Portugal natal Antonio comenzó a trabajar la tierra a los 15 años. Ayer se lo contó a El Patagónico.
Antonio fue el primer dueño de la chacra Las Rosas y desde allí traía semanalmente a Comodoro entre 4 y 5 mil atados de verduras frescas. Hoy tiene 84 años. Cuando lo buscaron de La Española ya estaba jubilado y dijo que sí.
Le ofrecieron a cambio un pequeño sueldo y accedieron al único requisito que impuso a los directivos: «yo hago mi trabajo como quiero. No quiero que nadie me diga cómo tengo que hacer las cosas», recordó ayer en presencia de su esposa, Idalina Caetano, que sonreía mientras el abuelo recordaba sus ocurrencias.
Antonio adora ese lugar. Contó algunos de los secretos que permitieron que sus plantas crecieran a un ritmo increíble, las técnicas de riego y fertilización que utilizó y la gran sorpresa que les causó a los directivos entrar un día al predio y descubrir que un amplio sector estaba cubierto con los colores de decenas de rosales en flor. «A mí me gustan; si a ustedes no, los puedo sacar», dice que les propuso, desafiante.
Antonio precisó que en ese bosquecito urbano conviven árboles frutales, cipreses, eucaliptos, olivos, parras, álamos y pinos. Recordó que en un momento fueron tantas plantas y tan frondosas que algunas debió sacrificar para evitar que se robaran el aire.
Durante el tiempo que estuvo a su cargo, en ese predio se cultivaron a cielo abierto todas las verduras que necesitaba la cocina del sanatorio de La Española.
Hace un año que Antonio ya no está a cargo del cuidado de ese edén que oxigena la loma y está preocupado. Dice que para regar los pinos hay que considerar las pendientes; que el agua corre muy rápido y la tierra no llega absorber todo lo que la planta necesita. Advirtió también que mucho riego puede debilitar el tronco de los pinos y que entonces el viento podría voltearlos.
Antonio tiene las manos llenas de recuerdos y todavía muchos sabios consejos para dar.
Cámping urbanoLuka, Alan y Enzo tienen 4, 5 y 6 años, son vecinos y adoran el fútbol. La tarde está hermosa. Sus mamás ya no pudieron retenerlos con ellas haciendo las cosas de la casa, por lo que los pibes juegan en la vereda con una pelota de cuero brillante.
Es un juego peligroso, con obstáculos y riesgos de todo tipo. Los autos van y vienen y en la vereda hay pedazos de cemento viejo, arruinado, que raspa feo, mientras en el resto del espacio la cancha es de ripio y allí las piedras que hacen saltar a la pelota descontrolada no están solas.
También hay vidrios de botellas rotas durante décadas y mucha caca de muchos perros de vecinos desaprensivos y de otros que llegan de visita sólo para hacer... caca.
Así son las canchas donde estos tres y otros cientos de chicos del barrio juegan al fútbol.
Enfrente de las casas de Luka, Alan y Enzo, detrás de un muro coronado por alambre de púas, hay 10 mil metros cuadrados de bosque urbano, un predio con árboles de diversas especies, colores y tamaños, cuyo ingreso está vedado a todo el mundo desde que hace unos 50 años lo compró la Asociación Española de Socorros Mutuos al municipio.
Pero no será así por mucho tiempo más, según parece, y para fortuna de los pequeños jugadores de fútbol con obstáculos.
Fin socialEl presidente de la Asociación, José Morales Expósito, confirmó ayer a El Patagónico que la entidad comenzó ya los trabajos para dar un «fin social» a ese envidiable predio que es uno de los pocos pulmones verdes de esta ciudad de árboles cabizbajos.
Los trabajos ya los habían comenzado a notar los vecinos del Pietrobelli hace cerca de un mes porque la poda de los árboles invadió con sus cantos de sierras y serruchos el lugar, y luego le siguió el espeso humo blanco de la quema de la basura y la hojarasca, con ese olor característico del fuego combatiendo la humedad siempre cerca del ahogo.
El perímetro del predio se había ido poblando de montículos de ramas que fueron recogiendo varios camiones en el transcurso de los días.
Finalizado el trabajo, ahora por lo menos con la vista puede uno internarse en el predio. Sobre la esquina de Huergo y 13 de Diciembre hay una casa maltratada por el tiempo. Hay otra, de chapas, sobre la esquina de Huergo y Pastor Schneider.
Se puede imaginar, desde este lado de los alambres de púas, que allí adentro hay un microclima. Los vecinos le agradecen a ese bosquecito que cada mañana los convide con el canto de mil gorriones, que sus árboles le den su propia entonación al canto del viento y que a su alrededor el aire se respire más puro todavía.
Morales Expósito informó que antes de fin de año alguien más que Pedro Urresqui, el actual cuidador, y su esposa, podrán disfrutar de esos dones desde adentro. Es que la Asociación Española, con el apoyo de la Asociación Mutual Provincial, comenzó —y los de poda fueron los primeros— con los trabajos para convertir el lugar en una suerte de cámping urbano. La poda y la limpieza le costó ya a la Asociación unos 5.000 pesos.
Don Antonio Inacio Entrudo (84), el principal responsable de que en ese lugar hayan crecido sanas y salvas semejante cantidad de plantas, que son más de 1.000, ayer le contó a El Patagónico que el ingeniero agrónomo que planificó la primera forestación lo hizo pensando en que allí funcionaría un cámping.
El presidente de la Asociación espera que antes de fin de año esté concluida la construcción de los dos módulos de sanitarios y los fogones. Entonces, el plan de la Asociación es permitir que comiencen a disfrutar de ese espacio sus asociados. Luego, la obra seguiría con la construcción de un quincho.
Ex hogar de ancianosEusebio Saiz, ex presidente de la Asociación Española, no pudo precisar el año en que el terreno fue adquirido por la entidad. Estimaba que fue en los 50. Contó que el objetivo inicial de la compra fue poner a funcionar allí un geriátrico.
Lo hubo. La casa de material albergó a entre 4 y 6 abuelos asociados durante los 60, con cuyo fallecimiento y la falta de nuevas demandas de servicio se terminó la empresa.
La idea nunca fue descartada y hasta que él terminó su último mandato como presidente se siguió buscando asistencia financiera para refundar el hogar de ancianos.
Hasta se hicieron gestiones ante el Estado español pero, merced a la continua crisis argentina, nunca desembolsó el crédito esperado.
Frente a la insistencia del cronista, Morales Expósito dijo que luego de que el lugar sea abierto a los socios, tal vez más adelante, en caso de que se amplíen los servicios, el resto de los comodorenses pueda gozar de ese espacio, mediante el pago de una entrada algo más onerosa que la que se cobraría a los socios, según explicó.
En ese caso tal vez convenga asociarse a la Española, que cobra una cuota mensual de 11 pesos por persona. Los padres de Luka, Alan y Enzo tendrán que evaluarlo, por la salud de los pibes.
Créditos:Publicado en el Diario El Patagónico. (25/09/05).
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