"Capital del Viento" |
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El domingo se realizará el descubrimiento de la obra arquitectónica en homenaje a los míticos caballos criollos «Gato y Mancha».El acontecimiento tendrá lugar en la intersección de las avenidas Regimiento de Infantería 25 y Pietrobelli, al ingreso de la construcción del edificio de feriantes el cual también está próximo a ser inaugurado.
La obra de arte formará parte del eje turístico que comprenden la antigua estación del ferrocarril, el parque paleontológico y la Plaza Centenario, entre otros escenarios.
El monumento tuvo un costo cercano a los 28.000 pesos y surgió como necesidad de valorizar el nacimiento de la raza criolla, vinculada directamente con la historia de la región patagónica y de Sarmiento en particular.
Para esta tarea se convocó al escultor Aldo Beroiza (autor de las réplicas del Parque Paleontológico), quien se desempeñó en conjunto con la Dirección de Turismo municipal, el arquitecto Pablo Chiappano, Diego Delfino y personal municipal contratado del área de forestación.
En diálogo con El Patagónico, el director de Turismo, Alejandro Mouzet, expresó que «este acontecimiento es muy importante para Sarmiento, ya que esta historia de la raza criolla tiene mucho que ver con la ciudad».
El raid se hizo en 1925 y culminó en 1928, «con la llegada de los dos caballos a Estados Unidos, por lo que tal desafío en la actualidad no ha podido ser igualado y, no hay dudas que le da valor a la raza que demostró que resiste alturas y climas».
Asimismo, el funcionario agregó que «desde hace un tiempo, el intendente Ricardo Britapaja hizo gestiones para ver la posibilidad de recuperar los animales que están embalsamados en el museo de Luján y con la llegada del escultor se le dio forma final al proyecto que es parte de una etapa del eje turístico».
Por eso, los sarmientinos amantes de los equinos tendrán este domingo una cita obligada con la memoria popular para recordar una vez más a «Gato y Mancha».
Estracta:Publicado en el Diario El Patagónico (30/04/04)
«Gato y Mancha»
El 23 de abril de 1925 partía del suizo Aimé Tschiffely y los caballos criollos Mancha y Gato.El trío unió Buenos Aires y Washington en un heroico recorrido que duró más de dos años y presentó a la raza equina a nivel mundial.
Nunca antes alguien había intentado algo así. Lo trataron de loco, irresponsable, se rieron de él.
Pero no le importó. Siguió adelante con sus criollos, recorrió 21.500 kilómetros (4.300 leguas) y llegó a Washington. Y entonces lo aplaudieron. Todos...
El comienzoAyacucho 1880. Don Felipe Solanet y su señora Emilia G. Testevín fundan la estancia "El Cardal".
En 1911, el Dr. Emilio Solanet, selecciona y trae del sudoeste del Chubut un notable lote de padrillos y yeguas indias de las manadas criollas marca del Corazón, célebres animales pertenecientes a la tribu de los indios tehuelches Liempichún.
Aimé Félix Tschiffely, por su parte, nacido en Suiza, -pero criollo de corazón-, tras algunos años en Inglaterra, desembarcó en Argentina, donde se afincó definitivamente.
Dió clases en un colegio de Quilmes (Buenos Aires) hasta que un día decidió salir a recorrer América: "Hacía años que tenía en la cabeza la idea de este viaje, y por fin resolví hacer la tentativa", escribió años más tarde.
Estaba convencido de la fortaleza de los rústicos y nada estilizados caballos criollos, y quería demostrarlo.
En 1925 logra ponerse en contacto con el Dr. Emilio Solanet, criador y propulsor del reconocimiento de la raza. Él fue el primero que creyó posible el proyecto de Tschiffely, para lo que le regaló dos caballos: Mancha y Gato, tenían 15 y 16 años, respectivamente, y un carácter poco amigable.
Habían crecido en la Patagonia, donde se habían acostumbrado a las condiciones más hostiles. "Domarlos puso a prueba las facultades de varios de los mejores domadores...
Desde los primeros días advertí una real diferencia entre sus personalidades. Mancha era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase...
Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder...
Gato era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente...
Mancha dominaba completamente a Gato, que nunca tomaba represalias", relata Tschiffely.
El raid quedó formalizado y Aimé Tschiffely inició los preparativos.
Gato y Mancha, elegidos para la proeza, terminaban de hacer 600 leguas (3.000 Km.) de resereada, ida y vuelta, con una tropa de Ayacucho al Sudoeste del Chubut. ¡¡Un modesto apronte!!.
Algunas semanas fueron necesarias para que jinete y montados se prepararan para semejante travesía, y se fijó el 23 de Abril de 1925 como fecha de partida.
Por entonces no había caminos en varios tramos del recorrido, y cuando existían, no se caracterizaban por su buen estado.
Tschiffely tuvo que resignarse a no llevar carpa, ya que las que se podían conseguir por aquellos tiempos eran muy pesadas.
En marchaEl día señalado partieron desde la Sociedad Rural, en Palermo. El peculiar trío realizó kilómetros y kilómetros, a través de los cuales su vínculo se fue haciendo cada vez más fuerte: "Mis dos caballos me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nunca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho".
Dos años al troteCruzaron la cordillera por territorio boliviano, llegaron a los 5.900 metros sobre el nivel del mar en el paso de "El Cóndor" -entre Potosí y Chaliapata (Bolivia)-, surcaron el terrible desierto matacaballo (Perú) y se enfrentaron a las pestes de las húmedas selvas centroamericanas.
Debió cruzar a nado con sus caballos ríos desbordados y hasta pasar por regiones pobladas por bandoleros. Y los tres resistieron.
En más de una ocasión, Tschiffely estuvo a punto de renunciar tanto por él como por Mancha y Gato, pero siempre a tiempo recordó una frase que le había dicho Solanet al entregarle los caballos: "Si usted resiste, mis pingos no lo van a dejar". Y así fue, en las regiones más complicadas los animales no aflojaron...
"Al llegar a los desiertos del Perú sentí que me abandonaban mis fuerzas. Repuesto de un desmayo prolongado observé a mis dos bravos compañeros y tuve la sensación de que mi raid había terminado.
Apenas tenía fuerzas para levantarme y el Mancha y el Gato, con la cabeza baja, resoplaban ansiando aire, asfixiados en un ambiente de infierno.
Decidí abandonar una lucha tan despareja con la naturaleza, renunciar al raid y desaparecer, irme a cualquier parte aceptando la razón y los pronósticos de mi fracaso.
Pero en esos momentos recordé al doctor Octavio Peiró, del que había aceptado una amistad incondicional y al cual había prometido llegar a Nueva York o quedar en el camino, recordé a La Nación, que seguía en sus crónicas la trayectoria de mi raid, comprometiéndose con su apoyo moral y sobreponiéndose a todas las ironías y a las mofas con que acogió mi propósito la mayoría de los periódicos".
Más de tres años después de haber salido de Buenos Aires, Tschiffely arribó a la capital de Estados Unidos el 22 de Septiembre de 1928.
Al entrar en Nueva York por la Quinta Avenida -cuyo tráfico paró en su homenaje- la recorrió por entero hasta llegar al Palacio Municipal donde los recibió el Alcalde Mayor Walker, quien ante el Embajador Argentino, Dr. Manuel Malbrán y otros personajes le entregó la Medalla de Oro de la ciudad.
Tras unos meses repartidos entre Washington y New York, los tres amigos se embarcaron a la Argentina. El 20 de diciembre de 1928 pisaron otra vez suelo porteño, con una multitud que la vitoreaba.
Mancha y Gato volvieron a sus añoradas pampas, allí murieron en 1947 y 1944, respectivamente. Tschiffely, en tanto, siguió viajando, por la Patagonia, por España y por Inglaterra, pero siempre volvió a la Argentina.
La anécdota, de vuelta al pagoAños después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé se llega un día a la Estancia "El Cardal". Viene a visitar a sus amigos, a quienes hace mucho no ve, y con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores.
Se baja en la entrada de la estancia, lanza un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha.
Iban al encuentro de su preciado compañero. Aquellos heroicos caballitos criollos no lo habían olvidado...
El viaje final"El jinete de América descansa con sus amigos" Las cenizas de Aimé Tschiffely reposan con las de Gato y Mancha.
AYACUCHO (De una enviada especial).- La historia del jinete que al lomo de Gato y de Mancha recorrió la geografía americana entre abril de 1925 y septiembre de 1928 para unir Buenos Aires con Nueva York y demostrar la resistencia del caballo argentino no quedó atrapada en las páginas amarillentas de los libros y los diarios.Aquel educador suizo que vivió su juventud en Inglaterra y conoció las costumbres por boca de Cunningham Graham, que trabó amistad con los hombres de a caballo cuando llegó a nuestro país y encaró el desafío de recorrer 20 naciones de América, volvió a reunirse con sus pingos a 70 años de su hazaña.
Los restos de Aimé Tschiffely, fallecido en 1954, fueron depositados ayer junto a la tumba de sus entrañables Gato y Mancha, para cumplir con su última voluntad.
El acto, realizado por iniciativa de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y de la familia Solanet, respondió a una carta escrita por Violeta Hume, viuda del jinete, y descubierta recientemente en el archivo de la estancia "El Cardal". (nota de Analía Testa publicada en el Diario "La Nación", el 22 de Febrero de 1998)
Estracta:Publicado en el Sitio www.fiestadelternero.org.ar
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