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Salud

Un invento que salva vidas
 


Mujer. Un equipo del Hospital de Clínicas recibió un premio por desarrollar una técnica que detiene las hemorragias por abortos incompletos o mal realizados. Ya fue aplicada con éxito en tres mujeres.

Según cálculos extraoficiales, en la Argentina se realiza medio millón de abortos por año.

Los abortos incompletos o mal realizados tienen el triste mérito de encabezar la lista de causas de mortalidad materna en la Argentina.

Pero esta realidad puede cambiar: un equipo de médicos del hospital de Clínicas acaba de diseñar una técnica eficaz y barata para combatir las temidas hemorragias obstétricas.

Lo más sorprendente de este descubrimiento es que no descubre nada. En realidad, se basa en la aplicación hasta ahora inédita de una sustancia ya conocida.

Los abortos sépticos son aquellos que derivan en infecciones. En la mayoría de los casos, se trata de embarazos interrumpidos voluntariamente, aunque también pueden presentarse infecciones después de abortos espontáneos.

Estas infecciones a menudo provocan hemorragias difíciles de contener, que se intentan frenar con taponajes intrauterinos o directamente con la extirpación del útero. Pero en algunas ocasiones, ni siquiera esa medida extrema resulta útil y la paciente muere.

En realidad, las pérdidas imparables de sangre no sólo se producen luego de abortos; también se pueden desencadenar después de partos, por motivos diversos.

Sencillo y barato

Para estos casos de hemorragias, los médicos que forman parte de la División Obstetricia del Departamento de Tocoginecología del Hospital de Clínicas pensaron en usar por primera vez en la especialidad sustancias que ayudan a la coagulación y que se emplean habitualmente en odontología, cirugías cardíacas, biopsias, trasplantes hepáticos y artroscopias.

Para aplicar este producto –que está habitualmente disponible en los hospitales y cuesta apenas unos 100 pesos– emplearon dos jeringas que alargaron artesanalmente hasta alcanzar el interior del útero.

La principal ventaja de esta técnica radica en que puede ser usada en situaciones límite –en una salita en pleno campo, por ejemplo– porque no hace falta ningún equipamiento especial.

Este trabajo –que ganó el primer premio en el último congreso de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires– fue puesto en práctica con éxito en una mujer de 32 años que llegó al hospital en riesgo de muerte, después de un aborto autoprovocado.

El mérito les corresponde a los jóvenes doctores Daniel De Zordo, Hernán Sasaki, Héctor Beccar Varela e Irene Ferrante, con la dirección de Avelino Barata. La misma técnica se aplicó luego a otras dos pacientes, también con éxito.

Del total de muertes maternas en la Argentina, entre el 35 y el 43 por ciento de los casos se originan en complicaciones derivadas de abortos inducidos y de hemorragias posparto, de acuerdo con un estudio elaborado por Luis María Aller Atucha y Jorge Pailles, de la Asociación Argentina de Salud Sexual y Reproductiva.

Según los mismos autores, en el noroeste del país esta tasa sube al alarmante 89 por ciento.

La técnica diseñada por estos médicos suena tan sencilla que parece increíble que a nadie se le haya ocurrido antes. A menos que se piense que la función reproductiva y, aun más, la vida de tantas y tantas mujeres no merece atención.

Créditos:
Extracta de la Revista Luna

 



   
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