Las opiniones de las autoridades y de los gremialistas con respecto a los problemas de funcionamiento que afectan al Hospital Regional, representarían un síndrome de enfermedad social que “nos obliga a volvernos saludables o el desastre”, evaluó José Covalschi.

La salud del Hospital Regional se encuentra en período de enfermedad, tal cual dio cuenta Diario Patagónico en un informe especial publicado el último lunes. Sin embargo, esa situación tiene antecedentes históricos que hacen pensar en un estancamiento institucional.

El Estado, quien debe garantizar la estabilidad económica y laboral de aquellos que se ocupan de la salud pública, aduce que se realizan aportes significativos en el mejoramiento del mismo.

Mientras, el gremio ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) y distintos grupos sociales afirman que el hospital “está quebrado” en infraestructura, equipamiento y remodelaciones.

Más allá de los discursos contrapuestos, existe una realidad que engloba a todo la sociedad como conjunto. En diálogo con Diario Patagónico, el psicólogo José Covalschi explicó los trastornos que afectan a la sociedad y que se ven reflejados en el hospital público.

“Cuando la sociedad estaba más sana, el hospital era una especie de estructura cuidadora que funcionaba bien y era el orgullo de la zona, no solamente de la ciudad. Nos protegía a todos, pero no es un tema que pase solamente en el hospital sino que viene pasando en escuelas, empresas. Es que al ir perdiendo la salud, aparecen síntomas que en vez de tener una actitud de terapia tratan de justificar las razones irracionales que llevan a un enfrentamiento”, opinó el terapeuta.
 

Acusaciones como sintoma

Este cuadro enfermizo que afecta a la sociedad como conjunto, consideró Covalschi repercute en los discursos que representan la problemática del sistema de salud.

“Las acusaciones cruzadas son un síntoma. Cuando uno está sano, la agresión no existe ni se justifica desde ningún punto de vista. Con la agresión pasa como con el alcoholismo: cuando un tipo toma un trago de alcohol lo primero que hace es escupirlo; cuando se empieza a enfermar empieza a tolerar, hasta que tiene un deseo de eso que le hace un daño terrible”, afirmó.

Y agregó: “Esa imagen de padre protector que solucionaba todo se fue deteriorando y si de pronto se sigue planteando una oposición entre el gobierno y el gremio, es decir la falta de racionalidad, la falta de salud mental para gerenciar el hospital o el sindicato, da como resultado situaciones de conflicto violento”.

Sin embargo esta situación, lejos de derivar en una pronta recuperación, se encuentra lejos de encontrar un rápido diagnóstico que cure al sistema.

“Si apareciera un discurso terapéutico, esto haría sanar a mucha gente que se daría cuenta del error o de la mala elección que estamos llevando. O comprendemos de una vez por todas que hay una enfermedad y la curamos, o de alguna manera nos enfrentamos con una situación cada vez más perversa y más terrible”, remarcó Covalschi.

Uno de los principales puntos de conflicto que afectan al sector es el tema salarial.

“Los salarios tienen dos significados; el obvio que es el monetario y el segundo significado que tiene que ver con el valor simbólico del dinero a nivel del inconsciente colectivo. Esta situación de cantidad define la humillación o no que se hace con el simbolismo de esto. Ha habido épocas en que la gente ganaba poco, pero se quería.

Pero cuando la situación es humillante esto adquiere otro significado; el sueldo aparece como una agresión, no como una realidad económica; se entiende más que el monto depende del significado que tenga”, remarcó.

De acuerdo al diagnóstico del profesional de la salud, la única opción para esta situación es el reconocimiento del estado enfermizo. “Debemos volvernos saludables o es el desastre. Cuando el grupo es sano irradia salud; pertenecer a un grupo sano empieza a curarlo a uno mismo”, afirmó.  

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Publicado en el Sitio El Patagónico (16/11/09)