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Un zumbido agudo, parejo y muy molesto que tarda horas y hasta días en desaparecer es señal inequívoca de que el iPod y el MP3 se están usando mal y de que la audición está en peligro.Pero aunque los adolescentes no lo perciben como un síntoma, cada vez son más los que consultan porque no pueden oír bien; además despiertan en los padres las mismas dudas sobre los peligros para la salud auditiva que años atrás despertó la aparición del walkman.
“Cada vez más jóvenes consultan por la pérdida de audición típica de las personas mayores. El oído puede soportar hasta 85 decibeles y esos aparatos alcanzan los 139, lo que es comparable con el ruido de un avión al despegar.
Algunos incluyen un limitador de volumen, pero la mayoría prefiere desac-tivarlo”, dijo a LA NACION el profesor doctor Vicente Diamante, presidente de la Fundación de Otorrinolaringología. Sin dudas, agregó, "eso es peligrosísimo para la salud del oído interno".
En tanto, en la Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos (MAH) también aumentaron las consultas -pero, en este caso, de los padres- para conocer los riesgos del uso extendido de esos reproductores, cuántas horas se deberían usar y a qué volumen.
"Como son aparatos muy recientes, los peligros por los que consultan se traducirán en problemas con los años", reconoció el ingeniero Horacio Cristiani, director de la entidad.
La Organización Mundial de la Salud lanzó una advertencia sobre la pérdida de la audición por la exposición excesiva al ruido, además de considerarla una de las enfermedades irreversibles más frecuentes, especialmente entre los jóvenes.
Por eso insiste en ciertas recomendaciones para no acelerar esa pérdida que, según una organización británica dedicada a la prevención de la sordera, Deafness Research UK, advierte que los jóvenes de hoy podrían perder la audición 30 años antes que las generaciones anteriores.
Un estudio de la Universidad de Colorado y del Hospital de Pediatría de Boston, en los Estados Unidos, afirma que una persona puede escuchar un iPod de manera segura con los auriculares de inserción durante 4,6 horas por día al 70% del volumen máximo del equipo o durante 90 minutos diarios al 80% de la intensidad.
Sí, pero con precauciónClaro que nadie niega que es posible disfrutar de la alta calidad de la música que, casi ilimitadamente, se puede almacenar en esos pequeños dispositivos.
Eso sí, sólo "si se toman unas pocas precauciones -confirmó Cristiani-, el uso del iPod y el MP3 es totalmente inofensivo. Los fabricantes avisan sobre el riesgo del uso inadecuado y es responsabilidad del usuario utilizarlos a conciencia".
Esos cuidados incluyen no superar las ocho horas de uso continuado ni un volumen de 85 decibeles. "Exceder esa intensidad y ese tiempo afectará la audición", indicó la fonoaudióloga Nilda Villanueva de Sanz.
Tanto Diamante como Sanz coincidieron en que, por cada 5 decibeles que sube el volumen, el tiempo de exposición debe reducirse a la mitad.
"El problema es que el iPod o el MP3 produce un sonido de 120 a 130 decibeles, y exponerse incluso segundos a 115 decibeles puede dañar la cóclea, porque el sonido pasa por el auricular contra el tímpano y de manera directa al oído interno", puntualizó el doctor Diamante, que comparó la intensidad a la que los adolescentes suelen escuchar música con el ruido que produce un motor de avión, el disparo de un arma de fuego (140 decibeles) o los conciertos en vivo (120).
Pero ¿cómo saber a qué intensidad está el equipo? No hay ninguna manera porque, según explicó Cristiani, los reproductores no están provistos de ese tipo de indicador.
"Es difícil limitar el sonido y eso se puede ver en la calle, el colectivo o el subte, donde debido al ruido de fondo los jóvenes se ven obligados a subir el volumen a niveles máximos y uno, que está parado cerca, también oye la música -dijo-. No hay una forma de saber a qué volumen queda expuesto."
Otro punto sobre el que alertó Diamante fue el formato de los auriculares, que se insertan en el pabellón auditivo: "El espacio que queda entre el casco y el conducto auditivo no permite que el sonido salga, por lo que rebota y causa más daños -indicó-.
Por eso, si a las dos horas de haberse quitado el auricular el adolescente sigue percibiendo ruido o un zumbido dentro del oído, significa que tiene un traumatismo acústico que puede tener consecuencias en la audición".
Créditos:Por Fabiola Czubaj. Publicado en el Sitio La Nación (09/11/06)
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