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Salud

Médicos que ofician de payasos
 


Es notable el poder que tienen aquellos que generan una sonrisa en el otro.

Es notable el poder que tienen aquellos que generan una sonrisa en el otro. En especial, cuando ese "otro" es un niño que sufre una severa enfermedad y lleva varios días internado en la sala de un hospital, bajo la mirada triste de sus padres.

Y éste es el don que tienen, precisamente, los payamédicos: dos doctores y una estudiante de Medicina que todos los lunes, disfrazados, visitan por la mañana a los chicos que se encuentran en terapia intensiva e intermedia y en la sala de internación pediátrica del Hospital de Clínicas, en Barrio Norte.

"Son nuestros Patch Adams", como los define Gabriel Méndez, del departamento de prensa del hospital, en referencia a la película en que Robin Williams actúa en el papel del profesional estadounidense que decidió ejercer la profesión para brindarles calidez a los pacientes. Esa calidez que, a veces, los profesionales de la salud dejan un poco de lado en pos de la seriedad.

Vestidos con holgados pantalones, pelucas desprolijas y con una generosa nariz colorada sobre la de carne y hueso, los doctores José Pellucchi y Pablo Parcansky, con Violeta Pérez Bromberg, son los payamédicos. Según la psicóloga Andrea Romero, "ellos desdramatizan la realidad hospitalaria" de los niños enfermos.

Tal es el caso de Micaela, de cinco años, con síndrome de Down e internada hace dos semanas como consecuencia de un trastorno respiratorio. Como tantos chicos, ella desborda de alegría cuando ingresan en su sala los payamédicos.

Más aún si éstos le proponen un juego muy original: le entregan unas cartas con figuras animales y Micaela sólo debe elegir cuál le gusta. Una vez que escogió, sus nuevos amigos lo imitan con sonidos onomatopéyicos y torpes movimientos. La bigotera que tiene para respirar con normalidad no logra ocultar la sonrisa de la niña.

"A pesar de las agresiones que reciben en las prácticas invasivas los chicos encuentran a través de los payasos la manera de canalizar su angustia", cuenta Blanca Penida, mamá de Micaela, emocionada. Con prontitud, agrega: "Cuando hablo de agresiones me refiero a los pinchazos y los estudios. Los doctores son muy cariñosos".

Yoana, como Micaela, también tiene cinco años y síndrome de Down. Está internada por tercera vez en el hospital durante este año. Tiene leucemia. No obstante, cuando observa a los risueños payasos su aparente debilidad cede el lugar a una vitalidad contagiosa.  


Como Harry Potter

Para ella, el cómico trío inventó un juego novedoso. Le dieron un muñeco como en el rito vudú y una varita mágica. Yoana, al mejor estilo Harry Potter, provocaba con la magia de sus palabras y su instrumento movimientos que más tarde se trasladaban a los payasos.

Lo llamativo fue cuando le alcanzaron un martillo a la nena para que golpeara el monigote. Yoana lo aporreó durante largo rato. La doctora Cristina Jarrat, otra colaboradora del proyecto solidario, explicó: "Es común que lo hagan. Los chicos necesitan descargarse. La hospitalización es siempre traumática para ellos".

"Esto más que un entretenimiento es terapéutico. Los chicos dejan su actitud pasiva ante los médicos y asumen una actitud activa. Son ellos los que manejan la situación", finaliza Pellucchi, uno de los cómicos.

 


Estracta: Diario La Nación. (03/12/02)

 



   
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