"Capital del Viento" |
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A diferencia de los generales genocidas de la última dictadura militar, que quemaban libros y destruían bibliotecas mientras se decían imbuidos del "espíritu sanmartiniano", el portador legítimo de aquel espíritu, el verdadero San Martín, era un gran lector en francés, latín e inglés y a todas partes trasladaba su biblioteca personal.Trataba de fomentar la lectura entre sus soldados y entre los habitantes de los pueblos que iba liberando. Cuentan que en los fogones del cruce de los Andes les leía a los analfabetos fragmentos de obras clásicas con las explicaciones necesarias.
Como su querido amigo el general Belgrano, no se conformaba con fundar escuelas sino que se interesaba por los contenidos de la educación y su eficiencia:
"Los gobiernos interesados en el progreso de las letras —escribía el Libertador— no deben cuidar solamente de que se multipliquen las escuelas públicas, sino de establecer en ellas el método más fácil y sencillo de enseñanza que generalizándose por su naturaleza, produzca un completo aprovechamiento y se economice el tiempo necesario para la adquisición de otros conocimientos.
El hombre nacido en sociedad debe todo a su patria, los momentos necesarios para ponerse en disposición de serle útil deben aprovecharse con interés."
En cada ciudad liberada fundaba una biblioteca y en su primer testamento de 1818 decidió destinar sus libros para la de Mendoza. Creó la biblioteca de Santiago de Chile, donando para ello los 10.000 pesos que le había entregado como premio el Cabildo de Santiago por la victoria de Chacabuco.
En aquella ocasión, el Libertador dijo: "Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia".
Parte de su colección personal de libros fue donada a la Biblioteca Nacional de Lima. Fue entonces cuando señaló: "Los días de estreno de los establecimientos de ilustración son tan luctuosos para los tiranos como plausibles a los amantes de la libertad.
Ellos establecen en el mundo literario las épocas de los progresos del espíritu, a los que se debe en la mayor parte la conservación de los derechos de los pueblos."
En reconocimiento a su labor cultural, la Universidad de San Marcos de Lima le concedió el primer título de Doctor Honoris Causa, el 20 de octubre de 1821.
San Martín también estimuló el teatro en Lima, al que consideraba una actividad cultural. Concurría con amigos, a quienes les pagaba la entrada, no permitiendo que al Protector del Perú se le admitiese sin pagar.
Créditos:Publicado en el Diario Clarín (17/08/06)
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