"Capital del Viento" |
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Hacia 1940 un maestro nicoleño, Carlos Enrique López de 24 años, recién recibido, fue a pedirle trabajo al caudillo local conservador Don V. Solano Lima.Este lo envió a una lejana y humilde localidad de Río Negro, Ñorquinco. Ahí se hizo cargo de la escuela-rancho, sólo y contra la inhospitalidad del medio.
En 1942 fue ascendido a Director de Segunda de una escuela en una toldería de aborígenes, ubicada entre el Río Limay (en mapuche, Aguas Claras) y el Río Pichi-Leufú. Se llamaba Pilcaniyeu.
Relataba hace tiempo, este joven, a un diario local en ocasión de cumplir 25 años con la docencia: "No sólo debíamos enseñar el alfabeto, sino que también enseñábamos higiene, carpintería y albañilería. A fabricar ataudes y además fundar un cementerio".
Esa escuelita un día recibió a su primera maestra de 18 años oriunda de la ciudad de Alberti, Ana Dora; también recién recibida, acompañada por su madre Doña María Amadora.
Director y Maestra a la par que enseñaban, descubrieron un destino común. A centenares de leguas de sus lares contrajeron matrimonio.
En 1945, fueron trasladados a un pequeño barrio de Comodoro Rivadavia: Cañadón Perdido. El nombre lo dice todo.
Nacieron sus 2 primeros hijos y fueron trasladados a otro barrio, Km. 8 o Barrio Santa Juana, así llamado en honor de la madre del presidente de esa época.
Carlos Enrique ya era Director de Primera y Ana Dora llegó a ser Vicedirectora. Allí nació un tercer hijo.
Inquietos y audaces no se conformaron con su nuevo status y viendo las necesidades de la zona fundaron una escuela nocturna junto con otros colegas; desinteresados, honorables y brindados al prójimo.
Pero no sólo esa escuela enseñaba las letras a los adultos analfabetos; también tenía un taller de tejeduría, mecanografía, taquigrafía, dibujo lineal y artístico, corte y confección e inglés.
Los domingos se transformaba en Capilla y se oficiaba la misa. Por supuesto, todos trabajaban gratis.
Luego de muchos años, fue reconocida por el gobierno y oficializada. Entonces empezaron a cobrar un sueldo.
Entre medio quedó un sumario administrativo y una sanción por haber dispuesto de bienes oficiales sin autorización, fue por utilizar las tizas, el borrador y un pizarron del estado.
Carlos Enrique fue luego ascendido a Inspector y trasladado a Trelew. Su responsabilidad llegaba desde Chubut hasta Tierra del Fuego.
Ana Dora ascendió a Directora. Ambos se jubilaron. Previamente habían enviado a sus hijos a Buenos Aires a estudiar.
Carlos Enrique ya falleció. Ana Dora vive, con el cariño de sus hijos y nietos.
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