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Los supergusanos son como miniplantas de reciclaje, trituran el poliestireno con la boca y luego, con él, alimentan a las bacterias de sus intestinos.
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El aumento de la contaminación plástica es un problema ambiental de envergadura, y una forma de contrarrestar esta tendencia es adoptar una economía circular, en la que los materiales usados se reciclen, en lugar de desecharse. Un paso importante para facilitar este proceso es crear nuevos enfoques para reciclar los desechos plásticos en productos de consumo deseables.
Es probable que la degradación y conversión microbiana del plástico desempeñe un papel considerable en la configuración de una economía circular, mediante la ingeniería de microbios o sus enzimas para reciclar los desechos.Un primer paso hacia la realización de este objetivo es identificar los microbios que pueden degradar el poliestireno e investigar las enzimas y vías involucradas. En este sentido, investigadores de la Universidad de Queensland en Australia han descubierto que el denominado “supergusano” Zophobas morio común puede comer poliestireno, gracias a una enzima bacteriana en su intestino. Sus hallazgos acaban de publicarse en la revista especializada Microbial Genomics.
Los especialistas del Centro Australiano de Ecogenómica, pertenecinente a la Facultad de Química y Biociencias Moleculares de la Universidad de Queensland, indicaron que su “estudio representa el primer análisis metagenómico de un microbioma intestinal de insectos en una dieta de poliestireno”.
Es decir que, en su proceso pudieron detectar que esta especie, identifica bacterias con capacidades degradantes de poliestireno y estireno, e infiere enzimas y vías involucradas en estas reacciones.Por lo tanto, “los resultados contribuyen a comprender la degradación microbiana del poliestireno y proporcionarán una base para futuras investigaciones sobre el reciclaje microbiano de los desechos plásticos”, señalaron en el documento.
Chris Rinke, primer autor del documento, y su equipo alimentaron a los supergusanos con diferentes dietas durante un período de tres semanas, algunos con espuma de poliestireno, algunos con salvado y otros con una dieta en ayunas.“Descubrimos que los supergusanos alimentados con una dieta de solo poliestireno no solo sobrevivieron, sino que incluso aumentaron de peso marginalmente -explicó Rinke-. Esto sugiere que los gusanos pueden obtener energía del poliestireno, muy probablemente con la ayuda de sus microbios intestinales”.
La técnica utilizada por los investigadores llamada metagenómica se dispone para encontrar varias enzimas codificadas con la capacidad de degradar el poliestireno y el estireno. El objetivo a largo plazo es diseñar enzimas para degradar los residuos plásticos en plantas de reciclaje mediante trituración mecánica, seguida de biodegradación enzimática.“Los supergusanos son como miniplantas de reciclaje, trituran el poliestireno con la boca y luego, con él, alimentan a las bacterias de sus intestinos -continuó el especialista-. Los productos de descomposición de esta reacción pueden ser utilizados por otros microbios para crear compuestos de alto valor como los bioplásticos”.
Se espera que este bio-upcycling incentive el reciclaje de desechos plásticos y reduzca los vertederos. El coautor de la investigación Jiarui Sun agregó que “el objetivo es cultivar bacterias intestinales en el laboratorio y probar más a fondo su capacidad para degradar el poliestireno. Entonces tendremos la oportunidad de ver cómo podemos mejorar este proceso al nivel requerido para montar una planta de reciclaje completa”.Los plásticos son polímeros orgánicos económicos y ampliamente utilizados, pero su alta durabilidad dificulta la biodegradación. El poliestireno, incluido el poliestireno extruido (también conocido como espuma de poliestireno), se encuentra entre los plásticos más comúnmente producidos en todo el mundo y es resistente a la degradación microbiana.
Los plásticos son parte integral de la economía global y se han convertido en parte de la vida diaria al proporcionar cantidades excesivas de artículos desechables y de corta duración.La producción mundial de plástico alcanzó casi 360 millones de toneladas en 2018 y se prevé que la demanda de plástico crezca sustancialmente durante la próxima década, mientras que es probable que las tasas de reciclaje se mantengan bajas.
Rinke puso el acento en que “hay muchas oportunidades para la biodegradación de los desechos plásticos. Nuestro equipo está muy emocionado de impulsar la ciencia para que esto suceda”, concluyó.
Créditos:
- Publicado en el Sitio Infobae. (20/06/22).
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