"Capital del Viento" |
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Luego de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, el papa Juan Pablo II hará lo mismo con Don Orione, el fundador del cotolengo que lleva su nombre (en la localidad bonaerense de Claypole), donde se asiste a a discapacitados.“Esperábamos la noticia desde el año pasado, cuando el Papa aprobó un milagro”, contó el padre Oscar Pizzarini, apoderado de la Obra Don Orione en el país.
El milagro data de 1990, cuando un italiano que tenía una enfermedad incurable se recuperó luego de invocar a Don Orione. “Tras testimonios y estudios científicos se comprobó que el milagro existió y se decidió canonizarlo el 16 de mayo próximo.
Luis Orione nació en Italia en 1872 pero su amor por la Argentina (donde estuvo por primera vez en 1921) fue tan grande que aquí estableció escuelas y hogares pero, sobre todo, cottolengos. A su muerte, en 1940, el papa Pío XII lo definió como el padre de los pobres e insigne bienhechor de la humanidad dolorida y desamparada.
Cuando el sacerdote se fue de Argentina hizo una promesa: “vivo o muerto, volveré”. La promesa se cumplió 60 años después de su muerte: el corazón de quien está a un paso de ser santo descansa en Claypole.
Oración de Don Orione por la Argentina Don Orione de la Divina Providencia.
Buenos Aires, diciembre de 1936¡Oh Jesús, que tanto has amado a tu patria
y consagraste el amor de patria
derramando lágrimas de sangre sobre Jerusalén,
mira con siempre mayor benignidad, oh Señor,
a ésta, mi segunda Patria, a este gran pueblo argentino,
que me hospeda; donde el soplo
de la más generosa y cristiana caridad
ha dado vida al “COTTOLENGO ARGENTINO”,
que recibe a los pobres más infelices y desamparados
de toda nacionalidad y toda creencia!
¡Cuánta amabilidad,
cuánta inteligente bondad he hallado!
¡Cuánta virtud y cuánto bien he aprendido
de este clero y de este pueblo!
En todos, y entre los ricos, y entre los pobres obreros,
he hallado corazones de príncipes.
Ama, oh Señor, a la Argentina,
porque la Argentina ama a tus pobres.
La fe y la nobleza de corazón de esta nación
son tan grandes, que bien merece
todas las bendiciones del cielo.
Brillen luego para ella días siempre más bellos
de esperanza en la luz de Cristo, luz de la ciencia,
de la libertad y del trabajo,
días llenos de prosperidad y de gloria”.
Estracta:Revista Semanario (27/02/04)
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