"Capital del Viento" |
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Zhang Yun Ying fue la primera mujer que fotografió Jo Farrell, en 2006. El arco se eleva de manera tal que talón casi toca el metatarso. Fotos: BBC Mundo
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Décadas después de que se prohibiera la práctica de vendar los pies a las mujeres en China, una fotógrafa británica retrató a las últimas mujeres que lo hicieron por su propia voluntad u obligadas por sus padres.
Fue con gran orgullo que Su Xi Rong le mostró sus pies a la fotógrafa Jo Farrell.
Mucha gente habla de lo barbárico de esta tradición, pero también era una costumbre que empoderaba a las mujeres.Vendados desde que tenía siete años, eran tan pequeños que le habían hecho ganar fama por su belleza.
Esta mujer de 75 años es una de las últimas que fue sometida a esta práctica desde que se prohibió formalmente en 1912.
Durante ocho años Farrell visitó a más de 50 mujeres como ella. Sus historias, dice, la sorprendieron por el orgullo y empoderamiento que encerraban.
Pese a la prohibición, la práctica -que según creían hacía los pies más bellos y promovía la obediencia de la mujer- continuó en muchas zonas rurales hasta la Revolución Cultural de 1949.
¿Vendar para triunfar?A lo largo de sus viajes por las provincias de Shandong y Yunnan, Farrell encontró abuelas felices de mostrarle los resultados de años de atarse los dedos bajo los pies.
"Mucha gente habla de lo barbárico de esta tradición, pero también era una costumbre que empoderaba a las mujeres", señala Farrell.
"Les proporcionaba una vida mejor. Hacían lo que era mejor para ellas".Debido a las tradiciones feudales, las mujeres de pies grandes tenían muchas menos posibilidades de casarse.
Los casamenteros preferían a las mujeres de pies vendados porque esto demostraba que podían tolerar el dolor y que "no se quejarían como esposas", explica la fotógrafa.
Las últimas historiasSu Xi Rong recuerda cómo su abuela la castigaba cortándole la piel de sus dedos cuando la descubría tratando de quitarse las vendas.
Pero cuando Farrell llegó a su casa con su cámara, la anciana se mostró orgullosa de posar para ella.
Yo diría que el 40% de las mujeres se los vendaban ellas mismas, algo bastante sorprendente. Querían ser como las otras niñas.La mayoría de las mujeres son octogenarias. Muchas murieron desde que Farrell comenzó su serie fotográfica.
"Es bueno contar sus historias antes de que desaparezcan", dice.
No todas las mujeres fueron forzadas a vendarse los pies.
"Yo diría que el 40% de las mujeres se los vendaban ellas mismas, algo bastante sorprendente", comenta Farrell.
"Querían ser como las otras niñas. Algunas dicen que sabían cómo hacerlo porque lo aprendieron de sus madres".
Halagos y burlasCon el tiempo, los pequeños huesos de los dedos se quiebran bajo el peso del cuerpo, y el arco del pie se eleva de modo tal que el talón casi toca el metatarso.
Farrell dice que las mujeres que parecen más resentidas fueron las que tuvieron que trabajar en el campo.
"Hubiera sido mucho más fácil de hacer si no hubiesen tenido los pies vendados", dice, y agrega que muchas le confesaron que si pudiesen dar marcha atrás, no lo volverían a hacer.
En 1949, cuando el Partido Comunista llegó al poder, los pies vendados comenzaron a ser objeto de burla."Estas mujeres vivieron tiempos difíciles", señala Farrell.
"Primero eran admiradas por ello, pero para 1949 se tornó en algo que las avergonzaba. Pasar por estas dos situaciones es algo increíble".
Andar reveladorHoy día parecen animadas y la movilidad que tienen pese a todo es sorprendente.
Aunque Farrel cuenta que se volvió una especialista en detectarlas en las calles por su manera de caminar.
"Tienden a caminar sobre los talones", explica.
La fotógrafa descubrió también que muchas jóvenes nunca hablaron de ese tema con sus abuelas o que nunca les vieron los pies descalzos.
Muchas jóvenes se mostraron reticentes a dar una "mala imagen" de su país.Farrell dice que su proyecto -reunido en un libro- le enseñó mucho sobre la vejez y sobre las mujeres, que parecen volverse invisibles.
Por lo general se alegraban de que alguien viniese a verlas y escuchar sus historias.
Cuando entrevistó a Cao Mei Ying, de 87 años, Farrell dice que no podía entender lo que le decía, pero que la anciana se aferraba a ella con fuerza.La traductora le explicó: "Es que no quiere que te vayas".
Cao Mei Ying murió en 2013.
"La hice sentir especial y recordada", dice Farrell. "Y que su paso por esta vida significaba algo".
Créditos:
- Por Josephine McDermott. Publicado en el Diario El Mundo. (04/04/15).
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