"Capital del Viento" |
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A principios de siglo el gas, la construcción de viviendas de chapa y madera y las instalaciones precarias dieron origen a tragedias que enlutaron hogares y provocaron cuantiosas pérdidas en la ciudad de Comodoro Rivadavia. Luego de varias reuniones, en el año 1939 un grupo de vecinos inauguró el primer Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Comodoro Rivadavia, bajo el lema: Abnegación, Sacrificio y Desinterés. En la actualidad, esta Asociación está formada por un cuartel central y tres destacamentos distribuidos estratégicamente en el ejido urbano de Comodoro Rivadavia. 25 de mayo de 2010.
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El año 2010 será difícil de olvidar para los comodorenses. El temporal del 17 de febrero inundó de lágrimas a decenas de familias que vieron cómo sus casas se llenaban de agua y barro.Los daños materiales fueron importantes. Sin embargo, la inundación también se llevó tres vidas. “Nadie estaba preparado para esto en la ciudad”, señala con angustia el oficial ayudante Victorino Alvarez, integrante del cuartel central de bomberos de Comodoro Rivadavia.
“La inundación nos complicó primero porque no estábamos acostumbrados a salir a ese tipo de emergencia. Tuvimos que salir porque somos servidores públicos y tenemos que acompañar a la ciudadanía, pero en general 2010 fue un año bastante tranquilo”, agregó.
Las tragedias, las heridas, e incluso la muerte rozan a diario los uniformes de los bomberos voluntarios. El destacamento 1, ubicado en la calle Huergo, suma 45 personas que colaboran con la comunidad por vocación de servicio, retribuida en la satisfacción personal y algún que otro reconocimiento de las personas afectadas.
“A raíz del temporal tuvimos la rotura de un camión que lo agarró el agua. Va a cumplirse un año y todavía lo tenemos parado. Es un camión norteamericano, ya lo estamos reparando y en cualquier momento se termina”, explicó.
La baja de ese importante móvil no afectó el funcionamiento del cuartel que dispone de ocho vehículos en funcionamiento, entre ellas una autobomba pesada y tres ligeras.
“El pesado es un vehículo que tiene capacidad para 15 mil litros de agua, en comparación con los otros que tienen 2.500 litros solamente. Se usa generalmente para brindar apoyo a incendios que se dan en jurisdicción de los diferentes destacamentos. Los otros móviles son todos de ataque rápido que sirven para incendios de vehículos, viviendas y todo tipo de incendio”, detalló.
Durante 2010, el cuartel central asistió a alrededor de 2.000 servicios de diferentes características. La mayoría de ellos fueron incendios y asistencia en accidentes de tránsito ya que este destacamento tiene a cargo el vehículo de rescate que se pone en funcionamiento en ese último tipo de procedimientos.
La jurisdicción del cuartel abarca desde la costanera hasta la calle Viamonte en todo el radio que va desde el cerro Chenque hasta la ruta nacional 3. Sin embargo, al poseer el vehículo de rescate deben acudir a cualquier siniestro donde sea necesaria la intervención de este móvil, más allá de su jurisdicción.
“Lo ideal sería tener una unidad de rescate en cada cuartel, el tema es que tenemos muchas prioridades. Sería adecuado equiparse para tener autobombas en buenas condiciones como las que estamos teniendo hoy y el día de mañana que cada cuartel tenga una buena unidad de rescate”, afirmó Alvarez, quien además está a cargo del mantenimiento automotor de todos los destacamentos de la ciudad.
Riesgos del oficio que vale prevenirLas tragedias en los cuarteles siempre son una posibilidad indeseada por quienes desempeñan funciones en cada una de las dependencias. La potencia del fuego, su intenso calor y sus escasas posibilidades a resistirlo vuelven la tarea riesgosa por lo que los integrantes del Cuartel Central toman algunas precauciones que permiten prevenir y salvar vidas a sus propios compañeros.
“Tenemos una ambulancia que es exclusivamente para los bomberos, nosotros vamos a un incendio y si vemos que es grande, la ambulancia va y nos sirve de apoyo para nosotros en caso de que llegáramos a tener algún tipo de accidente”, aseguró Alvarez.
Esa ambulancia, propiedad del cuartel, es de uso exclusivo de los bomberos ya que por no disponerse en forma continua de un médico de turno para la misma, le es imposible ofrecerla como un vehículo que pueda acudir para el servicio de la comunidad.
“Nosotros tenemos algunos chicos que son enfermeros profesionales con título. Cuando hay emergencia se acercan y ellos son los que colaboran en caso de que haya que atender a alguien”, remarcó.
Diferentes profesiones se entrecruzan en el cuartel que comienza a coparse cada día luego de las 18, cuando las obligaciones laborales llegan a su fin en cada oficina o taller.
A esa hora suelen encontrarse oficiales, suboficiales y aspirantes que comparten las instalaciones, que cuenta con una vivienda para el personal que reside en el cuartel, sala de estar y la oficina donde se reúne la comisión directiva.
Sin embargo, las divisiones no existen en la estructura donde todos se definen como hermanos unidos bajo un mismo propósito: “ayudar a la comunidad logrando que cada servicio solo termine siendo una anécdota”.
Vocación de servicioHistorias paralelas componen la esencia de un cuartel de bomberos. Razones personales y únicas que llevan a elegir un destino de solidaridad y peligros. Ariel Quiroga es uno de los tantos aspirantes que ingresaron luego de culminar el curso de bombero en diciembre de 2010.
Con 24 años y un oficio ligado a la albañilería, el joven decidió iniciar un camino que lo ilusionaba desde pequeño. “Yo había querido ingresar cuando era chico, tenía 16 años, pero por cosas que fueron pasando no pude hacerlo y el año pasado cuando me enteré que estaban inscribiendo me interesó y quedé”, explicó a Diario Patagónico.
Para Ariel el oficio no fue una herencia de la familia, ni la motivación de algún amigo en busca de una aventura, sino el ánimo y la necesidad de ayudar a la comunidad. “Siempre me llamó la atención cuando escuchaba las sirenas. Yo les explicaba a los muchachos que me ponía en el lugar de las personas que se les prendía fuego algo y quería poder ayudar, tratar de hacer algo para salvarle algo, para salvar alguna vida”, comentó.
La capacitación teórica y práctica que realizó durante todo 2010 fue una motivación que lo alentó, sabiendo que la decisión era correcta. “No hay mucha gente que le guste esto o esté acá. Yo de afuera tenía mi manera de pensar y el hecho de ingresar me abrió los ojos de por qué son criticados los bomberos, porque cuando ingresé entendí que esto es todo a pulmón”, confesó.
La ansiedad se vive día a día. Desde su ingreso, Ariel acude con ansias al cuartel para esperar el llamado de las sirenas. “Cada vez que toca el timbre se te pone la piel de gallina y querés subirte al camión, pero hasta que no esté el alta (de él como bombero tras su etapa de aspirante) no lo podemos hacer”, afirmó el joven.
Por ahora divide sus tareas en el cuartel entre mates, mantenimiento y colaboración, aguardando el momento de estar habilitado para actuar en una emergencia.
Los cuarteleros dedican más de 40 horas de la semana para cuidar la dependenciaAsí como 45 personas integran el cuerpo de bomberos del Cuartel Central, cuatro de ellos viven en las instalaciones de la dependencia ubicada en la calle Huergo y otros tres son los encargados de cubrir los turnos de cuarteleros luego de que la amplia oferta de trabajo en el petróleo obligara a algunos voluntarios a alejarse de la actividad.
“A raíz del boom de trabajo que se empezó a generar después de 2003 lamentablemente no se podían cubrir las guardias, así que la institución optó por tener cuarteleros. Es la única manera; la diferencia es que vos tocás sirena y vienen bomberos, pero por ahí necesitas que una persona este acá para recibir llamados y solucionar algunas cosas”, explicó el oficial ayudante, Victorino Alvarez.
En diciembre de 2010 se sumaron cinco aspirantes al destacamento que ingresaron al curso que se realiza cada año a partir de marzo. “Ellos tuvieron tres meses de adaptación. Después hay que hacer los trámites de seguro y una vez que están habilitados pueden salir en emergencia. Ellos van como acompañantes, como observadores, y mientras se los va capacitando como para que actúen en una emergencia”, aseguró.
“Uno no es que los califica a los aspirantes, pero salen con un bombero experimentado y se les consulta cómo trabajó, que hizo, qué le pasó y de acuerdo a lo que hizo se le explican las cosas que no tiene que hacer para que no le vuelvan a suceder”, detalló.
Créditos:
- Publicado en el Sitio El Patagónico (24/01/11)
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