"Capital del Viento" |
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Algunos de los inventos de don Enzo Fuligni se observan en páginas de internet, pero no se dice el origen de la idea, sino que aparecen como creaciones industriales de grandes corporaciones.La bronca vuelve a hacerse piel en don Enzo, en colaboradores, en amigos, en toda una comunidad que no puede más que abrazar y felicitar al inventor que presenta ideas y proyectos, que gana los más ansiados premios en muestra de ingeniería nacionales e internacionales pero que no logra apoyo de nadie, ni científicos ni políticos argentinos.
Los inventos de Fuligni se presentaron en Brasil, Estados Unidos o en Buenos Aires y lograron los primeros premios, certificados y medallas de oro que hoy permanecen guardados en un rincón de su taller como parte de la "chatarra" de la que salen los grandes inventos, pero sin valor para los demás, principalmente para aquellos que deberían cuidar la creación nacional y buscar el rédito económico lógico que permitiría ocupar mano de obra y crecer local y regionalmente.
Pero Enzo, con la impotencia lógica de saber que sus ideas son reconocidas y perfeccionadas en distintos países del mundo dice que comprende... "claro, Fuligni no tiene plata para seguir estudiando, no tiene recursos técnicos para profundizar los proyectos o no tiene el conocimiento científico para sustentar el desarrollo final de sus creaciones".
Total desprotecciónAnte esta situación, el creador, el cerebro de todas estas "criaturas de invención", sin contar con ningún apoyo, debería pagar los servicios de científicos para que avalaran los trabajos que se transforman en instrumentos de producción de dineros, o en reconocimientos para otros, pero el creador local a veces no puede pagar la luz, cuanto menos instalar una fábrica, los talles con las maquinarias necesarias o, justamente, hacerse cargo de permisos y patentes que resguarden sus obras.
Pese a que don Enzo logró instalar sus creaciones en el marco de las grandes inversiones del mundo, nadie se interesó por sus inventos, no hubo una defensa nacional del valor intelectual de tanto ingenio nacido en 'el tallercito del barrio Industrial' y se llega a esto.
A que otros inventores "se adueñen" del espíritu de las presentaciones de Fuligni y que otros científicos o políticos "con más luces", piensen en la factibilidad y desarrollo de las creaciones.
El 'vecino-inventor' levanta la voz de bronca y no se cansa de decir que sus obras son ¡argentinas, comodorenses!, pero se lamenta porque ningún funcionario haya pensado como aquellos otros que sí creen en el valor agregado de ese trabajo intelectual que crea, produce, que sería generador de dineros y de trabajo.
Se lamenta del pensamiento general que descree de lo que un vecino, un hombre o una mujer que vive aquí no más, pueda lograr objetivos que muchos intentan con otras economías, con otras tecnologías... y no lo logran.
¿Y los que piensan?El inventor "de acá no más" observa que otros gobiernos apoyan a sus creadores y se pregunta: ¿y los nuestros?...
Se transforma, explica una y mil veces como funcionan sus inventos, los muestra y vuelven las preguntas: ¿científicos internacionales, fundaciones, presidentes o ministerios de Desarrollo de países tan importantes como Estados Unidos, Suiza o Alemania, entre otros, apoyarían lo que no sirve... pueden demostrarme que lo que hago es inútil; que lo hagan, que me digan que mis ideas sólo sirven para juguetes y entonces Enzo Fuligni dejará de agudizar el ingenio y de molerme los dedos?.
La impotencia es mucha, más aún cuando por Internet se observa sus mismas creaciones transformadas en los grandes "inventos nacionales" de los países que sí brindan su apoyo.
Quizás en esos países, con funcionarios capaces de pensar, aún como "juguetes", estos inventos comodorenses tendrían la importancia que se merecen, importancia y trascendencia que sigue dejando escapar la "antigua viveza criolla".
Crédito:
Diario Crónica (02/07/03)
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