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Dramática carencia habitacional
 


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Uno de los problemas más graves en nuestro país lo constituye la carencia habitacional provocada por leyes totalitarias y decretos que virtualmente prohibieron la subdivisión de la tierra.

Fue un dramático golpe que se asestó contra el derecho de propiedad al dictarse el Decreto Ley 8912 en la Provincia de Buenos Aires, el que fue copiado por la mayoría de las provincias. La clase media y los obreros no pudieron acceder a hacerse propietarios de un terreno donde levantar su casita.

Hace 26 años que nadie puede subdividir la tierra por las desaforadas exigencias de urbanización muy costosas y por las cesiones de espacios que son exigidos lotes como reservas para futuras oficinas públicas, zonas de recreación, impuestos, etc., que elevan tanto el valor del suelo disponible para la venta, que la alejan de las posibilidades del mercado.

Existe una odiosa discriminación. Pueden autorizase subdivisiones de countries o clubes cerrados donde solo puede comprar terrenos la gente adinerada, pero la mayoría del pueblo no tiene donde comprar un solo lote de terreno.

Eso dió lugar a las ocupaciones clandestinas y a la formación de las Villas Miserias, donde desordenadamente se levantaron miles y miles de viviendas, sin los esenciales servicios: calles, plazas, lotes de ideales medidas, energía eléctrica, que permitía la compra de terrenos en mensualidades accesibles a la gran mayoría de los ciudadanos.

Hasta hace 26 años, todo interesado en construir su vivienda lo lograba con muy poco esfuerzo económico. Así surgieron los pueblos que se transformaron en ciudades importantes cuya valorización permitió a los ahorristas y gente que por sus propios medios levantó sus casitas que se fueron agrandando con las necesidades de su creciente familia.

En esas épocas, hasta hace 26 años, era fácil hacerse propietario. Se vendía en públicas subastas en todo el país más de 200.000 lotes de terreno por año. Hoy por esas leyes discriminatorias no se puede subdividir la tierra.

500 casas de remates cerraron sus puertas. No hay más subastas, excepto en Corrientes, que siendo una de las provincias más pobres, todos, hasta el más humilde es propietario y no existe una sola Villa Miseria, porque allí la ley nefasta no rige y hay total derecho de fraccionar la tierra y del derecho de propiedad.

En la Capital Federal hay infinidad de intrusos y villas; en el Gran Buenos Aires más de mil personas viven en esos asentamientos dantescos, centros de corrupción, miseria, enfermedades y necesidades primarias.

En Argentina hay más de cinco millones de personas sometidas a vivir en condiciones penosas, causa de las leyes y decretos totalitarios, que agreden el derecho de propiedad y los resultados están a la vista.

La gente de escasos recursos no puede comprar un terreno para levantar su vivienda y sabemos que hay muchas personas en las ciudades que viven en la calle. De esa degradación, de tanta tragedia que vive la gente son culpables los gobiernos. Debe volver a respetarse el derecho de propiedad y permitir a los propietarios que subdividan las tierras sin las imposiciones absurdas que no permiten la comercialización.

El libre acceso a la base de la vivienda propia, que es la compra de un terreno, hoy vedado a la mayoría del pueblo sumergido desde hace 26 años a la situación oprobiosa de la falta de viviendas dignas, realizadas con el ahorro, la pasión de ser propietarios, dueños de su vivienda donde vivir con su familia, como fue antes de las deleznables legislaciones.

El derecho a la vida, a la libertad y al derecho de propiedad ha sido consagrado en la Constitución Fundadora, sobre cuyas bases la Argentina ocupó el sexto lugar en el mundo.

Su violación nos ha conducido al más grande desastre de la historia y las leyes y decretos sobre el uso del suelo provocó la dramática carencia habitacional, fuente de delitos, miseria y dramas de la sociedad que todos padecemos.  


Crédito:

Rodolfo J. W. Vinelli para www.atlas.org.ar (11/07/03)
 



   
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