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Historia

Cómo fue la increíble búsqueda de Jeff Bezos de los motores del Apolo 11
 


La embarcación de la misión estaba preparada con todo tipo de equipamiento para la recuperación de las piezas (Josh Bernstein).
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Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon.com y fundador de Blue Origin, sonríe durante la presentación del Blue Origin en Colorado Springs (Bloomberg / Matthew Staver).
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Entre los más de 600 millones de personas que seguían la misión que permitió que los primeros humanos llegaran a la Luna gracias a la misión Apolo 11 estaba un niño que miraba asombrado: Jeff Bezos.
El 16 de julio de 1969, en el living de su casa, junto a sus padres y abuelos, ese niño de cinco años con ojos curiosos captaba que algo extraordinario ocurría. El lanzamiento del cohete traspasaba los límites de la Tierra y los de la imaginación de Bezos. Esa misión fue el punto de inflexión. Sus ojos siguieron brillando por los cohetes desde ese entonces.

”No eliges tus pasiones, tus pasiones te eligen a ti”, dijo Bezos sobre ese día en el que la pasión por la exploración espacial lo elegía. Ese momento fue crucial en la vida del creador de Amazon. Primero creó Blue Origin, la empresa aeroespacial, a la que Elon Musk le competiría dos años más tarde con SpaceX.
Pero la pasión expandió sus límites cuando, en 2012, Bezos "ya convertido en uno de los hombres más ricos del mundo" decidió buscar los restos del cohete de Apolo 11 que estaban en el fondo del océano Atlántico hacía 44 años.

Con embarcaciones de gran tecnología y una inversión millonaria, Bezos emprendió la increíble búsqueda de las piezas del día en que la humanidad dio un gran salto y que él quería recuperar.
 


Coordenadas por Internet y el fenomenal despliegue

La misión Apolo 11 se lanzó al espacio a bordo del cohete Saturno V, desarrollado por la NASA, para enviar astronautas al espacio y llegar a la Luna. Equipado con cinco motores F-1 diseñados por Rocketdyne, una compañía norteamericana especializada en la fabricación de motores para cohetes, el cohete es la prueba de la emblemática aventura estadounidense por el espacio.
Cada uno de estos motores, con un diámetro de casi cuatro metros, proporcionaba un empuje de 6,7 millones de newtons, capaz de impulsar las 2.800 toneladas del cohete hasta los 67 kilómetros de altura.

En ese punto, se ejecutaba la separación de la primera etapa del cohete, denominada S-IC, de la segunda etapa, mientras el cohete alcanzaba velocidades de hasta 8.600 km/h. Tras consumir todo su combustible, los restos de la primera etapa se precipitaba al océano Atlántico, donde quedaba abandonada sin planes de rescate.
Hasta que llegó Bezos.

Corría el año 2012 y Bezos estaba frente al ordenador sentado en el sillón del living de su casa. Navegaba por Internet cuando se topó con un dato que le haría brillar los ojos como en 1969: las coordenadas de impacto de la primera etapa de esos motores del Saturno V.
¿Por qué eran tan importantes para Bezos?
“El motor F1 representa la cumbre de la propulsión líquida de cohetes. Fue el motor de combustible líquido más potente conocido por la humanidad. Millones de caballos de fuerza por motor en cinco motores combinados, tecnología de fuerza bruta masiva que propulsó a los hombres fuera de la atmósfera del corazón y hacia la Luna”, dirá uno de los ingenieros del operativo de recuperación más adelante.

Eso que hacía tantos años se había perdido en el fondo del océano, Bezos quería reflotarlo. “Los tengo que recuperar”, dijo frente al ordenador y comenzó a preparar la misión.
 


En busca de los motores perdidos, a una milla más profunda que el Titanic

Cabo Cañaveral. Marzo de 2013. La operación de recuperación estaba en marcha. Bezos utilizó tecnología de punta en robótica submarina para la misión: un barco especialmente equipado para grandes recuperaciones, laboratorios, estaciones de trabajo, áreas de alojamiento y operaciones.
En cuando al equipo a bordo de la embarcación, estaba compuesto por ingenieros, historiadores y expertos en recuperación marina, cuyo trabajo debía ser meticuloso para evitar dañar los artefactos históricos.

“El equipo que se ha reunido para este proyecto es excepcional y confío en que vamos a encontrar lo que buscamos”, dijo Bezos al comenzar la misión y continuó:
“Hay paralelismos realmente interesantes: en los años sesenta estábamos a la vanguardia para ir a la Luna y con esta nave en esta tecnología, también estamos a la vanguardia de la exploración de los océanos profundos”.

El entorno era extremadamente difícil: un lugar remoto en el mundo para operar y con una tecnología desafiante. Se trabaja a tres millas de profundidad en el océano, con “robots que parecen marionetas, con tres millas de cable”.
“Estamos trabajando a más de una milla más profunda que el Titanic. Desde esta profundidad con algo que pesa no es una hazaña fácil. Es un levantamiento muy peligroso. Con ese tipo de peso, los cables están bajo mucha atención. Hay muchas cosas que podrían salir mal”, supo decir uno de los ingenieros de la misión.

El proceso de localización de los motores empezó con un mapeo detallado del área del océano donde se creía que habían caído los restos, con el uso de un sonar de barrido lateral para detectar anomalías en el lecho marino.
Una vez identificados los posibles sitios de interés, los ROVs descendieron para realizar una inspección visual más precisa y confirmar la presencia de los motores.
El proceso de exploración y mapeo tardó varios meses. El niño interior de Bezos confiaba. E hizo bien.

El ánimo en el barco era bueno, todos estaban emocionados, aunque con cierto temor: los motores habían aparecido.
“Tres millas por debajo de donde estoy ahora mismo es un país de las maravillas que es un testimonio del programa Apolo. Parece un jardín de esculturas mágico con todas estas piezas de diferentes misiones que, en algunos casos, están perfectamente conservadas y en otros casos, retorcidas.”

Gracias a los sonares avanzados y los ROVs (vehículos operados remotamente), esenciales para las operaciones en profundidades extremas donde la presión y la oscuridad hacen imposible la presencia humana directa, los componentes de los motores del Saturno V fueron exitosamente izados a la superficie.
“Nos dirigimos de regreso a Cabo Cañaveral, Florida, donde vamos a llevar estos motores a casa”, dijo el capitán del barco el 21 de marzo de 2013. Los aplausos redoblaron, mientras los ojos de Bezos se iluminaban como ese 16 de julio de 1969.
 


Qué se encontró

“Es fantástico para el pueblo estadounidense tener el artefacto real puesto en un museo. La gente lo ve y se va a sorprender”, dijo Jeff Bezos, exultante por el increíble hallazgo. ¿Cómo lo describió? Como “una colección asombrosa de las máquinas más poderosas jamás construidas”.
Con la atención de todos los medios y del público general, los años dorados de la exploración espacial estaban a la vista de todos. Y, como un dato llamativo, en piezas muy bien conservadas.

¿Qué se pudo recuperar en la misión de Bezos? Entre los hallazgos más destacados estaban fragmentos de las cámaras de combustión y boquillas, elementos cruciales para la generación del empuje necesario para escapar de la gravedad terrestre. Además, se encontraron partes de las bombas de turbina, responsables de alimentar los motores con combustible y oxidante a alta presión.
Otro descubrimiento importante fue la recuperación de componentes estructurales y diversos fragmentos que ayudaron a reconstruir parcialmente la historia y el funcionamiento de estos poderosos motores.

Pero hubo un hallazgo particularmente revelador: un número de serie visible en una de las cámaras de combustión, lo que permitió identificar algunos de los motores específicamente utilizados en las misiones Apolo, conectando directamente los artefactos recuperados con sus históricos vuelos espaciales.
“Uno de los objetivos de la expedición era recuperar un motor del Apolo 11. Cuando llegaron los motores aquí, no se determinó si eso había sido un éxito o no. Por casualidad, Uno de nuestros técnicos estaba mirando la cámara de empuje detrás de mí. Y usando luz negra descubrió el número de serie cuatro, que resultó ser la cámara de empuje central para la misión Apolo”, dijo uno de los integrantes del equipo de búsqueda.
Así fue el rescate que lideró Jeff Bezos en busca de los motores del Apolo 11.

Las piezas fueron transportadas a Kansas, donde se sometieron a un proceso de conservación y restauración. La misión culminó con la exhibición de estos artefactos históricos en varios museos. Sin embargo, Bezos conservó una pieza única para su colección personal.
Dentro de una urna en el salón de su residencia en Washington D.C., se encuentra un segmento de uno de los motores del Apolo 11, una reliquia que Bezos muestra con orgullo a los invitados que visitan su hogar.
“No sabemos qué recordarán las personas dentro de diez mil años con certeza, pero estoy muy seguro que recordarán cuando la humanidad puso por primera vez el pie sobre la Luna”, dijo Bezos. Y reflotó las piezas de la historia espacial.
 


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