"Ciudad Luz" |
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Emperador Romano y Rey Babilónico con bastón de mando.
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Como ornamento y señal hacia los demás de que su portador es digno de distinción y respeto por ser portador de autoridad, mando o dignidad especial, el bastón es usado desde tiempos inmemoriales. Es habitual entre determinados funcionarios políticos, soberanos o nobles, mandos militares o autoridades eclesiásticas. Confeccionados en madera o algún otro material, suelen tener empuñadura curva u horizontal, en marfil, oro, plata, etcétera.Algunos sitúan su origen en la prehistoria, cuando los líderes de los clanes portaban fémures o húmeros largos y fuertes, extraídos de las presas que cazaban, como muestra de su poder y fuerza ante el resto de la tribu, en el afán de disuadir a cualquier rival que pensara desafiar su autoridad frente a la manada.
En la Antigüedad, su uso ha sido registrado entre los antiguos caldeos, en grabados de bastones labrados en sus puños con motivos florales o naturales. Cuanto más trabajado era el bastón, mayor riqueza e importancia tenía su portador. La Biblia nos habla del famoso bastón de Moisés: una vara larga con la cual este patriarca realizaba prodigios y milagros, ratificando su conexión con el Creador.
Soberanos egipcios eran esculpidos sosteniendo mazas o curiosas varas decoradas, predecesores inmediatos de los cetros reales. Diversas deidades griegas aparecen en frisos, esculturas y pinturas luciendo bastones o cetros, denominados "caduceos" como signos de su divinidad.
En muchos pueblos antiguos, la unción o designación de un monarca o autoridad civil, militar o religiosa importante se complementaba con la entrega de un anillo o un bastón, símbolos externos de su dignidad. Así, los senadores romanos lucían una sortija y los magistrados latinos –pretores o cónsules- un bastón corto que remataba en una elegante empuñadura. El material con el cual eran confeccionados señalaba el rango del portador. Se solía distinguir a los centuriones con una vara y a los generales victoriosos con un cetro. Los augures, adivinos que escudriñaban el cielo en busca de señales para predecir el futuro, utilizaban un "lituus" o bastón augural o litúrgico que terminaba en caracol.
Esta costumbre pasó de la República al Imperio Romano. Es muy difundida la escultura de su primer emperador, Octavio Augusto, denominada "Prima Porta", que está en los Museos Vaticanos, portando una delgada vara de poco más de un metro de altura, que culmina en una empuñadura decorada, en señal de su autoridad imperial. De allí, el uso de esta larga vara pasó a los Papas, vecinos romanos de los emperadores y alter ego de éstos en el poder espiritual del Imperio. Es el origen del actual "báculo papal". Obviamente, estos adminículos culminaban con una cruz, claro símbolo cristiano; otros en un caracol, reminiscencia del "bastón litúrgico" romano. Son el signo de la autoridad pastoral del Romano Pontífice; y se asemejan al bastón de un pastor.
De allí, la costumbre pasó a las monarquías medievales de la Europa bárbara. Los reyes y emperadores de Oriente pasaron a ostentar cetros; los prelados religiosos, báculos; y los funcionarios y autoridades importantes, así como los jefes militares relevantes, bastones.
De ese modo el bastón de mando, llamado también "manípulo" –portado por la mano-, empezó a expandirse en el mundo occidental. Los reyes, portadores del "cetro real", concedían el uso del "bastón de mando" a sus funcionarios, al investirlos de autoridad.
A América llegaron como adminículos en poder de virreyes, gobernadores y autoridades coloniales (alcaldes, presidentes de Audiencias y jueces). Simbolizaban la delegación del poder divino de los monarcas. También se entregaban los bastones a los generales o jefes de ejércitos (coroneles o mariscales). Hasta hoy los alcaldes de algunos municipios españoles continúan con esa tradición.
En el Río de la Plata, nuestros virreyes utilizaban bastones de mando. El virrey Joaquín del Pino posó luciendo el suyo en un famoso retrato que se le conoce. Entre nuestros generales, pasó a la historia el bastón que el general Manuel Belgrano, jefe del Ejército del Norte, obsequió a Nuestra Señora de las Mercedes, luego de la Batalla de Tucumán, y que aún se conserva en esa ciudad.
En el mundo, se siguió con la costumbre de entregar a generales y mariscales ascendidos un bastón en reconocimiento público a su grado. Se conocen fotografías del famoso mariscal alemán Erwin Rommel (el Zorro del Desierto) portando su bastón de mando.
Luego de la Revolución de Mayo, se perdió la costumbre de usar bastón de mando entre nuestras autoridades políticas; tradición que volvió con el Directorio, a principios de 1814; convirtiéndose, junto con la banda, en atributos externos del ejercicio de la primera magistratura en el naciente Estado Nacional. Esta costumbre se mantuvo en el período constitucional. Se conserva aún el bastón de mando utilizado por el presidente Justo José de Urquiza. Desde entonces, a cada presidente que asumía se le obsequiaba un bastón, símbolo de la autoridad presidencial en la República.
El primer mandatario que recibió los atributos presidenciales fue Domingo Faustino Sarmiento, de manos de Bartolomé Mitre, en un recordado y tumultuoso acto, en el que cientos de jóvenes simpatizantes del presidente electo entraron por la fuerza al recinto de la Casa de Gobierno donde se llevaba adelante la ceremonia; y apretujándose con los invitados especiales, rompieron vidrios y ventanas; llegando a subirse a los muebles de la sala, para poder apreciar mejor el momento. "Jamás se ha presentado espectáculo más innoble y vergonzoso", comentaría después el "loco" Sarmiento.
Tanto su entrega como la de la banda presidencial carece de efectos jurídicos, toda vez que su traspaso no constituye el cumplimiento de alguna norma constitucional o institucional. En efecto, es la reiteración de una costumbre, con fuerte contenido simbólico hacia afuera. Exterioriza, para la ciudadanía, el momento en el cual el mandatario saliente transmite la autoridad presidencial al nuevo presidente.
En 1932 se dispuso que el bastón presidencial debía ser de madera, preferiblemente de malaca barnizada, con la empuñadura de oro de 18 kilates, de 8 centímetros de alto. La misma debía llevar el escudo nacional argentino esmaltado. El regatón (extremo inferior del bastón) también debía ser de oro. El largo debía adecuarse a la estatura del mandatario entrante.
Desde 1983 el renombrado orfebre Juan Carlos Pallarols, que proviene de una familia de artesanos cuyo taller data de 1750, confecciona el bastón presidencial. Su padre, Carlos Pallarols Cuni, construyó un bastón para el presidente Arturo Humberto Illia; que no llegó a recibir; hasta entonces los fabricaba el artesano Luis Ricciardi como se estilaba: con caña de malaca, detalles de oro macizo y dos borlas. A partir de la presidencia de Raúl Alfonsín, los bastones se confeccionan con madera de urunday (originaria del Chaco y Misiones), de hermoso brillo y gran durabilidad. El metal utilizado es la plata, en consonancia con el nombre del país: Argentina. Su longitud es de aproximadamente noventa centímetros. Lleva flores de veinticuatro cardos, por cada provincia, más la Capital Federal; y tres pimpollos, que representan las Islas del Atlántico Sur. La empuñadura de plata está adornada por el Escudo Nacional; y lleva casi tres millones de golpes de cincel, que gente de todo el país ha aportado para concretarla. "Yo lo regalaría, pero me han explicado que eso requiere un trámite de donación muy complicado. Por eso opto por facturar simbólicamente un peso", explicó el orfebre.
El "Reglamento de Protocolo y Ceremonial de la Presidencia", que data de la década del sesenta, rige lo referido a la ceremonia formal del traspaso de mando: la entrega de la banda y del bastón. Estipula que la misma debe desarrollarse en el Salón Blanco de la Casa Rosada, como se venía llevando a cabo hasta la asunción de Fernando de La Rúa, en 1999: "En el pórtico de la Casa de Gobierno (explanada de la calle Rivadavia), el señor Presidente será recibido por el jefe de la Casa Militar, el director de Ceremonial y un edecán del Presidente saliente, quienes lo acompañarán hasta el Salón Blanco (estrado que se hallará delante del Busto de la República)".
El artículo 142 dice: "El señor Presidente saliente entregará al señor Presidente electo, frente a la mesa colocada sobre el estrado, las insignias presidenciales, que estarán sobre la misma". Por lo tanto, la banda y el bastón presidenciales deben estar en una mesa colocada sobre el estrado, enfrente del busto de la República, en el Salón Blanco de la Casa Rosada.
Concluida la ceremonia prescripta, el reglamento indica: "El señor Presidente saliente se despedirá del señor Presidente electo y se retirará del Salón Blanco conjuntamente con sus ex Ministros, siendo acompañado hasta el pórtico de la Casa de Gobierno por el jefe de la Casa Militar (entrante), el director de Ceremonial y un edecán del señor Presidente de la Nación".
Créditos:
- Por Juan Pablo Bustos Thames.Publicado en el Sitio Infobae.
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