"Ciudad Luz" |
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Mucha demanda. Cada vez son más los chicos que deciden terminar o hacer todo el secundario mediante el Plan Fines. Las horas de cursada son menos de un tercio de lo habitual./PLAN FINES.
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Para un adulto que tuvo que abandonar la escuela, terminar la secundaria implica no sólo saldar una cuenta pendiente consigo mismo, sino también darles un ejemplo de esfuerzo y perseverancia a sus hijos. Desde que fue creado en 2008, el Plan Fines (Finalización de Estudios Secundarios) permitió que accedieran al título más de 513.000 personas, según los datos oficiales.Las metas que el Ministerio de Educación se planteó para este año aspiran a que, a fines de 2014, 600.000 adultos hayan completado el Fines. Esto significa que una de cada tres personas que terminan la secundaria en Argentina, lo hacen por medio de este programa: de 285.000 egresados anuales, 100.000 salen de Fines.
El dato parece una muy buena noticia, pero varias voces advierten sobre la baja calidad del Plan Fines, al menos en algunas de sus sedes. Impulsada por el Ministerio de Desarrollo Social junto con el de Educación, la propuesta exige cursar solo dos veces por semana, tres horas, hasta cinco materias por cuatrimestre. Al cabo de 3 años (como máximo), entrega un título de secundaria oficial, emitido por un CENS (Centro Educativo de Nivel Secundario) del distrito donde cursó el alumno.
El único requisito para inscribirse es ser mayor de 18. Si se compara este programa con el que exige la escuela de adultos, una modalidad con una larga historia dentro del sistema educativo, queda claro que el Fines es más rápido: permite acceder al título cursando menos de un tercio de lo que requiere un CENS (648 horas de clase contra 2025, en promedio).
El resultado ya se constata en varios distritos del conurbano: la escuela de adultos está perdiendo alumnos en manos del Fines.
Clarín pudo confirmar el cierre de cursos en la Escuela Media N° 2 de Matheu, la Escuela N° 5 de Garín, la N° 3 de Escobar y la N° 13 de Berazategui, por mencionar sólo algunas; también hay denuncias en otros distritos. “Hoy transitan los centros de los planes Fines muchos más alumnos que los que hay en la escuela formal de adultos”, señala José Magallanes, secretario general de Suteba Escobar.
También hay chicos que deben materias de la secundaria tradicional, pero deciden rendirlas a través de Fines porque “ es más fácil ”. “Hace poco me encontré en el colegio con un ex alumno a quien había tenido hace muchos años, y le pregunté cuándo pensaba venir a rendir mi materia, ya que recordaba que se la había llevado. Me respondió: No, profe, me voy a anotar en el Plan Fines, es muy difícil su materia, en cambio en el Fines voy a ocho clases y listo ”, relata Sergio Ferreira, profesor de Historia en la Escuela N° 5 de Berazategui.
Otra particularidad del Fines es que las clases pueden ser no sólo en escuelas, sino en clubes barriales, bibliotecas populares, iglesias, sindicatos y unidades básicas de agrupaciones políticas. De hecho, muchas “casas compañeras” (locales de La Cámpora) funcionan como sedes del Fines. María Ángela Parrello, directora de Educación de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación, explicó a Clarín que Fines “habilita otros espacios educativos para dar respuesta a las demandas de esta población, que necesita cursar cerca de su casa. Así se amplían las posibilidades de ingreso y de inclusión”.
Romina De Luca, investigadora de Educación del CEICS (Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales), plantea una mirada diferente. Para De Luca, el Fines “ crea una estructura paraestatal devaluada ” (y lo hace con recursos del Estado: ya se invirtieron más de 385 millones de pesos), mientras “destruye el sistema formal existente, que ya generaba alternativas para esta población: las escuelas de adultos o CENS. No es lo mismo cursar en una escuela que en una unidad básica. ¿Qué validez nacional puede tener un título si la currícula depende de cada casa compañera?”.
Una de las principales críticas que recibe Fines es la fragmentación de sus planes de estudio, que dependen de cada sede. Para ingresar al programa, un docente debe presentar un “proyecto pedagógico” cuyas pautas de evaluación no son públicas: no hay una instancia oficial que controle si los contenidos cumplen con los Núcleos de Aprendizaje Prioritario (NAP) definidos por el Consejo Federal de Educación a nivel nacional.
“Hay tantas estructuras curriculares como sedes de Fines, porque cada docente diseña su propuesta. Esto lo justifican diciendo que los adultos tienen saberes previos que hacen que los NAP no sean imprescindibles, pero en realidad es un ejemplo más de la fragmentación del currículum”, sostiene De Luca.
A la dispersión de contenidos se suma que en muchas materias no se toman exámenes sino trabajos prácticos grupales. “El profesor está más o menos forzado a aprobar a todos los alumnos con tal que asistan o avisen que tienen un problema”, contó Laura, una docente que no quiso dar su apellido, que dio clases el año pasado en Fines, en una unidad básica en Escobar.
La multiplicación de las facilidades, defendida con el argumento de la inclusión, contribuye también a mejorar las estadísticas educativas. “Lo importante es cumplir con la ley que marca la obligatoriedad de la secundaria. Las estadísticas tienen que ser ‘presentables’. Pero lo que se debería enseñar durante todo un ciclo lectivo se reduce a unas pocas clases... Esto no es más que una demagogia discriminadora ”, resume Omar Cabrera, docente de un CENS de San Martín con más de 30 años de experiencia en el sistema educativo.
Aunque el panorama varía en cada distrito y en cada sede, las voces de alerta coinciden. Sergio Ferreira está convencido de que el único objetivo de Fines es “maquillar las cifras del fracaso escolar”.
Según Laura, “presupone un sujeto incapaz, que no merece calidad”. Y para Romina de Luca, “Fines es un mecanismo paraestatal de titulación exprés, que está creando una población analfabeta con título secundario”.
Créditos:
- Por Alfredo Dillon. Publicado en el Diario Clarín. (07/04/14)
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