"Capital del Viento" |
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Algunos vientos tienen fama mundial.Tal es el caso del "Fhon", "Harmatán", "Siroco", "Simún" y "Monzón".
Son vientos de distintas regiones del planeta. El "Fhon" y el "Harmatán" son vientos que se desplazan por los Alpes y Guinea respectivamente.
EL ardiente y seco "Siroco" busca sediento desde la arena del Sahara las aguas del Mediterráneo.
El "Simún" juega con los médanos de Arabia mientras que el "Monzón" engendra los violentos ciclones del sudeste de Asia.
Nuestro país tiene el "Sonda" de Cuyo y el "Pampero" en la pampa húmeda.
¿Y el impetuoso viento de la Patagonia no tiene nombre?.
En la actualidad, quienes habitan la región, al viento lo llaman simplemente "Viento" u otras veces "Eólo" por el dios de los vientos en la mitología griega.
Pero que ocurría hasta no hace algo más de un siglo con quienes antecedieron al hombre blanco como habitantes de las áridas mesetas Patagónicas barridas por el fuerte viento.
El sacerdote salesiano padre Manuel J. Molina -y otros investigadores como Casamiquela, Alejandro Malaspina y el Dr. F. Escalada- hace constar en su escrito que hasta mediados del siglo pasado, la costa Atlántica de la Patagonia central -donde con más intensidad se hace sentir el famoso viento patagónico- estaba poblada por el grupo aborigen Téushenkenk o Teushen, una de las cuatro ramas de los tehuelches.
Los tehuelches paulatinamente se fueron relegando hacia la cordillera y el último de ellos falleció en 1948 en los Antiguos.
En inexplicable e ingrata omisión no se les otorga a los Tehuelches en general y a los Teushen en particular, la justa evocación que merecen.
Afortunadamente no todo se perdió de este ancestral pueblo, pues gran parte de la toponimia de la Patagonia central es de orígen Teushen, figurando entre ellos el nombre de la provincia del Chubut (Chupat).
Los Teushen -genuinos y autóctonos habitantes de la tierra los vientos- hoy ya no existen.
Pero ello fueron los legítimos antepasados de quienes hoy habitan ese ventoso sector patagónico.
Hoy nadie habla de la lengua Teushen.
Pero investigadores como el padre Manuel J. Molina pudieron tomar contacto con los últimos y autóctonos Teushen para registrar vocablos de su lengua.
Merced a estos trabajos se sabe que la denominación que los Teushen le daban al vehemente viento patagónico era "Kóshkil".
Kóshkil, el vigoroso viento que desde la Cordillera de los Andes se escurre con fuerza entre mesetas, cerros y cañadones buscando impetuosamente las aguas atlánticas y que su derrotero hace girar las enormes hélices que activamente se le enfrentan montadas sobre altas torres metálicas para extraer su inmenso potencial energético.
Como un signo de la prodigalidad energética de Patagonia en la más amplísima variedad de recursos energéticos -tanto no renovable como el petróleo, carbón y gas, sino también en fuentes no contaminante e inagotable como la energía hidráulica, maremotriz y geotérmica- la Patagonia ahora también genera electricidad a partir de otro inmenso recurso renovable como lo es la energía que brinda el viento; la energía eólica.
Kóshkil, el viento que enorgullece a los habitantes patagónicos cuando contempla los imponentes molinos que se erigen en los distintos puntos de la región como Comodoro Rivadavia, Río Mayo, Pico Truncado, Cutral Có y Rada Tilly tal cual estandarte del desafío que se impusieron para extraer parte de la abundante energía que brinda la prodigiosa naturaleza patagónica.
"Kóshkil", el viento de la Patagonia.
Símbolo de la tenaz decisión de arraigo.
Energía bruta, limpia y poderosa que mediante gigantescos aerogeneradores ha comenzado a convertirse en otra fuente energética más de la que abundante y diversificadamente cuenta la Patagonia.
Kóshkil, el impetuoso viento patagónico y de la floreciente energía eólica.
Kóshkil, el viento de los Teushen.
Nota: la "sh" debe pronunciarse como "y" consonante, sonido similar al de la "j" en inglés (job jet, John, jazz)
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