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Salud

El escabroso trabajo de hacer 50 autopsias a la semana

 


Las autopsias también revelan enfermedades genéticas.

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  • Muchas series de televisión han acercado una parte del trabajo de los patólogos forenses a la población, pero va más allá de un programa; estos profesionales hacen una labor importante y, a menudo, bastante horripilante.
    Todos los días la doctora Simi George disecciona varios cadáveres para tratar de averiguar de qué murieron.
    A George le toca mirar los corazones de las personas fallecidas, sus ojos, sus cajas torácicas y el interior de su cráneo en su trabajo como anatomopatóloga del Hospital St. Thomas de Londres.

    A veces los cadáveres están tan descompuestos que no puede ver sus caras, sus cráneos son negros y tienen gusanos. En esos casos, puede tener dificultades para encontrar la causa de la muerte.
    Los hispatólogos se encargan de averiguar la causa médica de una muerte natural, mientras que la función de los patólogos forenses como George es investigar las muertes en extrañas circunstancias.

    George, de 41 años, también trabaja con niños fallecidos, bebés que han nacido muertos y madres que mueren en el parto.
    Realiza las autopsias de hasta 50 cuerpos a la semana que se llevan a cabo ya sea con el consentimiento de los familiares o bajo órdenes forenses, cuando los médicos no saben cuál es la causa de la muerte y el paciente cumple uno o más de cerca de 20 criterios.

    Madre de dos niños, George se muestra casi imperturbable sobre la mecánica de su trabajo. "No me importan los gusanos, o los cuerpos descompuestos, o la orina, o heces, pero el vómito -el contenido del estómago- me afecta", dice.
    Ni una sola vez ha enfermado, ni siquiera durante su formación, y ha continuado trabajando, incluso a través de las náuseas matutinas.
    El olor es nauseabundo mientras realiza la autopsia de una mujer de 65 años que murió en el hospital cinco días antes. George busca coágulos en el corazón de la mujer.

    Los patólogos forenses e histopatólogos trabajan por separado en los casos de adultos, pero dice que con niños el protocolo es tener a ambos presentes, lo que significa que se ve expuesta a casos que no se ven en adultos, a menudo los que involucran violencia.
    Después de que las personas mueren, sus cuerpos son llevados a la morgue y se mantienen refrigerados a 4ºC. Yacen desnudos sobre una mesa durante la autopsia. Los ojos, abiertos, tienen un tono amarillo y un aspecto ligeramente cristalino.

    Si la persona murió hace poco, la piel está pálida, con un tinte azul, y la zona del pecho y los hombros parece de mármol.
    "Las autopsias ayudan a los profesionales médicos a aprender más acerca de las enfermedades y la evolución de estas para beneficiar al resto del público". Simi George, patóloga.
    Sin el bombeo del corazón, la sangre es arrastrada hacia abajo por la gravedad dejando pequeños charcos de líquido.

    Tracey Biggs, una gerente en St Thomas, es también una técnico de anatomía patológica. Parte de su trabajo consiste en abrir el cuerpo y retirar los órganos.
    A veces, el abdomen es de color verde, dice ella, debido a que las bacterias intestinales inician la descomposición del cuerpo.
    "Los cuerpos huelen de forma diferente dependiendo de cómo murieron", dice Biggs. El olor cambia si alguien ha pasado mucho tiempo en cuidados intensivos debido a las drogas. Y los cuerpos descompuestos a menudo tienen un olor "dulce y empalagoso".

    Para eliminar los órganos, Biggs primero hace una incisión en la parte delantera del cuerpo y saca el esternón y la caja torácica. Luego retira el corazón, los pulmones, la estructura del cuello, el intestino, el hígado, el bazo, los riñones, la vejiga y el útero, o la próstata.
    Por último, corta todo el "halo" del cráneo con un bisturí, retira la piel hacia adelante por la cara, al nivel de la ceja, y hacia abajo en la parte posterior de la cabeza. A continuación, utiliza un mazo y una llave para liberar el cráneo y retirar el cerebro.

    "Esta parte tiende a ser la más angustiante", dice. "La primera vez que vi un cerebro, fue surrealista, fascinante, algo que no puedes imaginar".
    Dice que aprendió técnicas durante el entrenamiento, como el levantamiento de la piel del estómago cuando lo abres para evitar cortes en el intestino con el fin de ayudar a mantener los órganos intactos.
    Cuando George inspecciona los órganos, busca la presencia de tumores, que pueden ser de color amarillo, blanco, rojo o marrón, mientras que una textura de panel de abeja en la superficie de los pulmones puede indicar enfisema, o enfermedad pulmonar. Y la meningitis puede causar un cerebro amarillo más pesado.

    Si la autopsia no es concluyente, los médicos analizan muestras de tejido del cuerpo utilizando microscopios. Si aún así no tienen éxito, los laboratorios de toxicología buscan señales de una sobredosis.
    Con el permiso de la familia o el médico forense, la información de las personas que mueren en el hospital puede ser enviada para que se realice una investigación médica, por ejemplo, en el caso de una enfermedad genética poco común, dice George.

    Filósofos estoicos, como el emperador Marco Aurelio, decían que deberíamos pensar en la muerte a diario, ser valientes y dignos cuando suceda y concentrarnos en el aquí y ahora.
    Pero tal vez no es tan fácil.
    "Todos los días vemos lo fácil que es que termine la vida. Tomamos conciencia", dice Biggs.

    "Tengo miedo de la muerte y tengo miedo de perder a las personas cercanas a mí. No me arriesgo. Ni siquiera me subo a una montaña rusa por miedo de sufrir un ataque al corazón", añade.
    En contraste, George dice que ella no tiene miedo ya que "no se puede hacer nada". "La muerte no es un tabú, es parte de la vida y no se debe evitar discutir de ella".
    Su trabajo proporciona una ventana a la sociedad. Cada semana en invierno, George y su equipo ven el cuerpo muy descompuesto de una persona que muere sola en su casa y no se descubre. También hay un caso de suicidio por semana.
    George está preocupada por si su profesión seguirá existiendo en la forma en que lo hace ahora.

    En la actualidad, sólo ve alrededor de uno o dos casos de autopsias "consentidas" de adultos de alrededor de 100 al mes. Situaciones como el escándalo de Alder Hey, en Liverpool, donde se guardaban órganos sin autorizar, han perjudicado la reputación de la profesión, dice ella.
    Pero estas autopsias "consentidas" son vitales. Se estima que hasta el 33% de los certificados de defunción no enumeran la causa correcta de la muerte, por lo que puede que el gobierno no financie las áreas de investigación adecuadas, dice George. La teoría es que si se llevan a cabo más autopsias, sería más probable que se encontraran las causas reales de muerte.

    Los patólogos quieren examinar a las personas que murieron de enfermedades a largo plazo, tales como el cáncer, para ver si los tratamientos están funcionando, dice ella.
    Y las autopsias revelan enfermedades genéticas, por lo que los médicos pueden ayudar a la familia si está en riesgo.
    "Espero realmente que el público se dé cuenta de que no somos esas personas que mantienen los corazones de los bebés en frascos", dice George.

    "Además de la paz mental para los familiares sobre la causa de la muerte, las autopsias ayudan a los profesionales médicos a aprender más acerca de las enfermedades y la evolución de estas para beneficiar al resto del público. Queremos ayudar".
    La patóloga dice que trata a los cadáveres como ella querría que fuese tratado un ser querido suyo: con cuidado y respeto.
    Y afirma que su trabajo la ha hecho más valiente, ya que ve mucha "vida desperdiciada" por muertes prematuras.
    "Sólo tienes una vida. Tienes que vivirla", dice.
     


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