"Portal a los Hielos Eternos" |
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Así se los estudia. En Iguazú, les ponen radiocollares para monitorearlos. Planean reintroducirlo en una zona del Iberá, en Corrientes. Allí, las crías crecerán sin contacto humano. En el país quedan menos de 150 ejemplares. |
Hace dos siglos, el yaguareté vivía en gran parte del país, hasta el río Negro, y cazaba entre los altos pastizales de la pampa húmeda. Hoy quedan menos de 150 ejemplares en estado salvaje, lo que justifica el ambicioso proyecto encarado por la Fundación CLT para reintroducir al felino en Corrientes, específicamente en el Iberá.En esa provincia, el último ejemplar fue visto y muerto en 1953 . Al igual que en el resto del país, las poblaciones fueron extinguiéndose a causa de la caza y de la desaparición de su hábitat, reemplazado por la ganadería y la agricultura.
Parte esencial de la cultura del norte argentino –su nombre tiene origen guaraní–, aparece como protagonista de numerosas leyendas, cuentos y canciones. Sin embargo, han sido los mitos negativos los que contribuyeron a diezmarlo: la creencia de que ataca a las personas –cuando en los últimos 50 años no causó ninguna muerte–; y el temor de que mate al ganado, algo que sí es factible, pero también evitable.
Los estudiosos de este gran carnívoro están convencidos de que la reserva Rincón del Socorro, de CLT, contigua a la Reserva Natural Iberá, es el lugar ideal para iniciar su reintroducción, una experiencia que no tiene antecedentes para esta especie en Sudamérica ni en América Central.
“Hay mucho hábitat, con muchas presas: son entre 300.000 y 400.000 hectáreas sin ganado, y donde vive muy poca gente”, resume Ignacio Jiménez Pérez, coordinador del Programa de Recuperación de Especies Amenazadas en Iberá para CLT.
“Iberá es perfecto, porque se han creado grandes áreas de reservas, donde hay pocas situaciones conflictivas”, coincide el investigador del Conicet Mario Di Bitetti, uno de los principales especialistas del mundo en esta especie.
Allí se alimentaría de carpinchos, ciervos de los pantanos, guasunchos y yacarés, ya que es uno de los pocos felinos acuáticos. Será beneficioso para la fauna, sostiene el biólogo, ya que hay superpoblación de carpinchos, y el yaguareté preda sobre todo los animales enfermos y débiles.
“El conflicto es más simbólico que real”, sostiene Jiménez Pérez. El año próximo se trabajará con intensidad para convocar a los mayores expertos nacionales e internacionales, para diseñar este proyecto que, admite, llevará como mínimo diez años . Una encuesta mostró una altísima predisposición favorable de la población local a tener al gran felino viviendo en Corrientes.
Jiménez Pérez –quien ya ha dirigido la exitosa reintroducción en Iberá de osos hormigueros gigantes y venados de las pampas–, estuvo este año en Sudáfrica, estudiando experiencias similares. “Allí, los estancieros están pidiendo que saquen el cerco a los parques nacionales, porque les resulta mejor negocio poner un hotel y organizar excursiones, que criar ganado”.
Los yaguaretés a ser reintroducidos no serán los cautivos –al menos 36 en el país–, sino las crías. Se espera el aporte de los zoos para ir soltando a una pareja o a una hembra preñada en un corral de caza de 10 a 20 hectáreas, en su futuro hábitat.
“El instinto de caza es muy fuerte en los grandes carnívoros: se les larga presas pequeñas, no se les da de comer todos los días, y pronto aprenden a cazar –cuenta Jiménez Pérez–. Luego, la madre enseñará a las crías”.
Éstas crecerán monitoreadas de cerca, pero sin contacto con personas. Al llegar a la adultez, los animales serán trasladados a corrales más pequeños, ya en el área definitiva, para retirar las cercas cuando estén listos para su liberación completa. La intención es comenzar con hembras y usarlas como “ancla”, ya que su territorio de campeo es menor que el de los machos, lo que reducirá la probabilidad de conflictos. De todos modos, se espera consensuar con las autoridades un mecanismo ágil para resarcir por eventuales pérdidas de ganado .
A largo plazo, los yaguaretés nacidos en libertad dispondrán de 1,3 millón de hectáreas de toda la Reserva Natural Iberá, “donde ya hay algo de ganado, pero muy poca gente. No es una locura –subraya Jiménez Pérez–: al ver lo hecho en otros países, uno ve que es posible”.
Créditos:
- Por Sibila Camps. Publicado en el Diario Clarín (16/12/10)
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