El Glorioso 20 de Junio de 1957 laa ciudad de Rosario está de fiesta. Llenan sus calles hombres, mujeres y niños, que han llegado desde todos los ámbitos de la patria. La muchedumbre se encamina hacia el Río Paraná. En manos de los niños y en los balcones, las banderas argentinas ponen la hermosa nota de sus delicados colores.

El lugar de la cita es la Avenida Belgrano. La belleza de su arboleda se halla hoy acrecentada, es que allí, varios artistas argentinos, uniendo su inspiración al sentimiento patrio, han dado cima a una imponente obra.

Es el Monumento a la Bandera.

El mármol y el bronce se han prestado, una vez más, para que el arte forjara la Torre que se eleva, la Escalinata que conduce y el Propileo, que enciende el fuego sagrado de la argentinidad.

En la enorme Torre se lee: "La Patria a su Bandera".

Delante de ella la proa de una nave sugiere la marcha victoriosa del pueblo.

La "Patria" y la "Fe", simbolizadas por una mujer y una cruz, alientan a los que luchan por una Argentina próspera.

Varios bajo relieves destacan momentos históricos, entre ellos la "Creación" y el "Juramento" de la Bandera. Y, esculpidas en permanente piedra, estas palabras de su genial creador: "Nuestra obra es de Dios; él nos ha concedido esta Bandera y nos manda que la sostengamos".

Una escalinata conduce al Propileo. El artista ha querido plasmar en los escalones de aquella la imágen de nuestra evolución de Mayo hasta Caseros, desde la Libertad hasta la Constitución. La severidad del Propileo, con sus numerosas columnas, completa el grandioso conjunto.

Los recintos de la Bandera, del Escudo y del Himno y la Galería con los lábaros de las repúblicas hermanas de América, cumplen su alta misión de patria y confraternidad.

La estatua del General Belgrano lo presenta de civil. Está sentado, y sobre sus rodillas descansa un libro. Hermosa y serena es la expresión de su rostro.