A poco de llegar a Buenos Aires, San Martín fue incluido en la lista de invitados de las tertulias porteñas.

Para las chicas casaderas era "un buen partido" y para el resto de los contertulios era un personaje interesante con muchas anécdotas y relatos de su larga y agitada vida militar.

En uno de esos encuentros, en casa de los Escalada, conoció a Remedios. Estuvieron de novios unos pocos días y se casaron el 12 de setiembre de 1812.

José tenía 34 y Remedios 15. Su hija Merceditas nació en medio de los febriles preparativos del ejército de los Andes, un mes y días después de la declaración de nuestra independencia, el 24 de agosto de 1816.

Cuando tenía apenas cinco meses su padre partió hacia Chile y Perú. Durante su larga ausencia San Martín le escribía con frecuencia a Remedios preguntando siempre por la salud y la educación de su hija y lamentando estar tan lejos.

A su regreso, al enterarse del agravamiento de la salud de Remedios, San Martín decidió viajar de todos modos a Buenos Aires. Pero cuando llegó, su esposa de sólo 25 años ya había muerto.

Mercedes volvía a ver a su padre en aquellos momentos tan tristes. Tenía siete años y recién ahora comenzaba a conocer de verdad al hombre que le dio la vida.

San Martín y su hija partieron hacia Europa. En 1825 redactó las famosas Máximas, una serie de recomendaciones para su educación en caso de que él no estuviera a su lado.

Allí le aconseja el amor a la verdad, la tolerancia religiosa, la solidaridad y la dulzura con los pobres, criados y ancianos; amor al aseo y desprecio al lujo.

En otra carta, esta vez a su consuegro, Antonio Balcarce, decía: "La educación que Mercedes ha recibido bajo mi vista no ha tenido por objeto formar de lo que se llama una ''dama de gran tono'', pero sí el de hacer una tierna madre y buena esposa."
 

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Publicado en el Diario Clarín (17/08/06)