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Geografía

Jamás fue tan grande el agujero de ozono

 


Los científicos que analizan las imágenes obtenidas por el Espectrómetro de Mapeo Total de Ozono (TOMS), instrumento de alta precisión instalado en un satélite de la NASA, comunicaron ayer una noticia que, si bien estaba prevista, no dejó de sorprenderlos.

La capa de ozono se está debilitando. El agujero antártico es el más grande registrado hasta el presente. El agujero de ozono, que desde hace casi dos décadas alcanza su máxima extensión entre Septiembre y Octubre sobre buena parte de la Antártida y el extremo sur de nuestro país, alcanzó el mayor tamaño conocido hasta ahora: 28 millones de kilómetros cuadrados, tres veces la superficie de los Estados Unidos.

La última vez que estuvo cerca de alcanzar esta extensión fue en 1998, cuando abarcó una superficie de 27,2 millones de kilómetros cuadrados.

Rubén Piacentini, integrante del Instituto de Física de Rosario, dependiente de la Universidad Nacional rosarina y del Conicet, indicó que "esta vez el agujero es más grande y es una figura ovoide: parece una pelota de rugby.

En esta expansión, podría llegar a tocar Tierra del Fuego y quizá la zona sur continental, cerca del lago Argentino, como ocurrió en 1994.

Pero no es un fenómeno preciso, así que no podemos saber hasta dónde llegará. Para Diciembre o Enero, el agujero debería cerrarse: eso es lo que ha ocurrido hasta ahora".

Piacentini es miembro del equipo satelital TOMS de la NASA, en representación de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).

"Como la función principal del ozono es filtrar el pasaje de radiaciones ultravioletas a través de la atmósfera, la medición de la capa se realiza indirectamente, valorando con qué intensidad estas radiaciones llegan a la Tierra. Al aumentar, indican que la capa de ozono es más débil", explicó.

Causas y consecuencias

El debilitamiento de la capa de ozono sobre el planeta todo y la existencia estacional de un agujero -comienza en Julio y termina entre Noviembre y Diciembre- sobre el polo sur (en el polo norte hay, por ahora, una depresión significativa) son un fenómeno que tiene causas establecidas: las emisiones de gases que se utilizan para acondicionadores de aire, heladeras y actividades industriales, genéricamente denominados clorofluorocarbonados (CFC) y gases halones.

Aunque están prohibidos desde 1997, lo que ya se emitió está alcanzando ahora su pico máximo, y eso explica el porqué del enorme agujero y de las perspectivas poco optimistas para -al menos- una década más, luego de la cual el fenómeno estacional podría comenzar muy lentamente a descender.

Sobre lo que no existen demostraciones plenas, en cambio, es acerca de las consecuencias que el fenómeno genera para la vida del planeta.

"El mayor peligro es para la flora y la fauna, incluido el daño genético -explicó el doctor Pablo Canziani, del Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA-.

Una planta que siempre vivió en una zona de bajo nivel de radiación no está acostumbrada a soportar un nivel superior. Lo mismo puede pasar con animales o especies acuáticas."

¿Y el cáncer de piel? "No se han detectado epidemias de tumores de piel que realmente puedan vincularse con la reducción de la capa de ozono -enfatizó el doctor Fernando Stenghel, presidente de la Fundación Argentina del Cáncer de Piel-. No hay pruebas científicas al respecto.

En realidad, el aumento del cáncer se debe al daño solar crónico, acumulativo e irreversible que la gente sufre desde hace años al exponerse al sol. Y las personas toman sol cuando el agujero se ha cerrado y en las playas, donde no incide su acción directa."

Desde 1950, Australia tiene el promedio más alto de cáncer de piel. "Todos viven sobre la costa, van al mar -explicó el doctor Stenghel- y son rubios. Por eso, atribuir el cáncer a la disminución de la capa de ozono por ahora es prematuro."

El especialista agregó que con una capa de ozono normal, en las latitudes de la zona balnearia argentina, se recibe tanta radiación ultravioleta como para quemar a la mayor parte de la población. Por eso aconseja tomar precauciones: no exponerse al sol en las horas de mayor intensidad y proveerse de sombra.

"Sombreros con ala, ropa de algodón de trama ajustada y, complementariamente, pantallas solares", señaló Stenghel, que agregó que los habitantes del extremo sur del país, expuestos durante algunos días al agujero, reciben indicaciones del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) para protegerse en forma adecuada.

Piacentini, que ideó una sencilla manera de informar a la población cuándo hay que tomar más recaudos con el sol (si la propia sombra es corta, el riesgo es alto, y viceversa), dijo que urge cumplir con el Protocolo de Montreal, que prohíbe la utilización de los gases que dañan el ozono.

"La Argentina tiene mayor plazo para eliminar completamente estas emisiones -dijo el investigador-, pero sería muy importante que la integridad del mercado sustituyera los gases peligrosos lo antes posible."

Si el clima y un descenso de las emisiones ayudan, recién podría restablecerse la capa de ozono en 50 o 70 años. Si la capa, en cambio, se hace cada vez más débil o desaparece, la forma de vida que conocemos dejaría de existir en el planeta.

Créditos:
Por Gabriela Navarra
La Nación

Como un escudo protector

El ozono es un gas conformado por tres átomos de oxígeno y su máxima densidad se registra a unos 2.400 metros de altura. Este gas rodea al planeta como un escudo protector: disminuye el potencial destructor de las radiaciones solares ultravioletas.

Sin este filtro natural, estos rayos provocarían daños directos sobre la salud —fundamentalmente, cáncer de piel— y, con el tiempo, un deterioro progresivo de las cadenas alimentarias animales y vegetales.

Si bien la mayoría de los científicos coincide en que la densidad variable de la capa ozónica se debe en parte a fluctuaciones cíclicas naturales, la incidencia de determinados gases industriales —los halones y clorofluorocarbonados, entre otros— sobre el ozono ya fue suficientemente estudiada.

El recalentamiento global —el aumento de la temperatura media terrestre y la alteración del patrón de lluvias— es consecuencia de la destrucción de este escudo natural.

Los protocolos de Montreal y de Copenhague, en 1987 y 1991, impusieron a nivel internacional que se disminuya progresivamente el uso de los gases que afectan la capa de ozono. Según los acuerdos internacionales, para el año 2006 su utilización deberá ser totalmente eliminada.

De acuerdo con los especialistas, si esto se cumple deberán pasar unos 20 años para que se pueda comenzar a advertir una gradual recuperación del ozono atmosférico. Lograda la eliminación de los gases que afectan la capa de ozono, se cree que este filtro natural recuperará su grosor en 2050.

 



 
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