Las matemáticas son el talón de Aquiles de la mayoría de los estudiantes. Pero en esta Argentina productiva hay que tomarlas más en serio. Lo cierto es que el saber matemático se ha convertido en un filtro para el ingreso a muchas empresas. A la vez, algunas multis buscan en el país talentos en esta disciplina.

En ese contexto, en la bonaerense Villa Martelli se organizó un centro de matemáticas para asistir a los jóvenes de las escuelas públicas. Los resultados son sorprendentes.

Bajo la batuta del ingeniero Mario Petrucci, que consiguió el apoyo de un puñado de empresas, el centro ya es una incubadora de pequeños genios. Petrucci levantó un edificio tras una inversión de US$ 1,5 millón.

Lo bautizó Pierre Fermat en honor al matemático del siglo XVII, un tiempo en el que se destacaron Descartes, Newton y Galileo. Aunque la fama universal de Fermat obedece a su teoría de los números y a uno de sus teoremas que recién se resolvió 350 años más tarde, en 1994.

La escuela de Villa Martelli es pública y gratuita: asisten los mejores promedios de la zona. Los preparan para que no teman a los problemas. Una de sus alumnas, Iara Suszinsky, ganó las olimpíadas de Mar del Plata, donde compitió con 15.000 participantes. "Lo mejor fue que pude conocer el mar", dijo.

En países desarrollados, como los nórdicos, la matemática es cuestión de Estado. A lo largo de la historia, para los griegos y los árabes, el manejo de la matemática era lo que hacía la diferencia.

Entre nosotros y gracias los best seller de Adrián Paenza, parece haberse popularizado. Según Petrucci, la matemática otorga grandes ventajas prácticas. No sólo desarrolla el pensamiento lógico y el sentido crítico para interpretar la realidad y así buscar las mejores estrategias.

"La matemática permite interpretar y anticipar decisiones. Y ayuda a perder el miedo a las dificultades desconocidas", dice. ¿Será por eso que en la Argentina se está poniendo de moda?  

Créditos:

Por Silvia Naishtat. Publicado en el Diario Clarín (15/04/07).