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Economía

No te rías de un nerd
 


Wall street. Foto: AGENCIA AFP SHUTERSTOCK.

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  • Vladimir Tenev, Baiju Bhatt, Wang Anquan, Anthony Denier. Si le agregáramos Magnus Carlsen bien se podría decir que estamos ante un torneo de ajedrez. Nombres heterogéneos que indican multiculturalismo, globalización. Pero Tenev, Bhatt, Aquan y Denier son algunas de las caras visibles de un temblor financiero que ocurrió en Wall Street a fines de enero.
    Vladimir Tenev y Baiju Bhatt son los fundadores de Robinhood, una app que permite hacer operaciones financieras desde el celular. Esta compañía de servicios financieros no opera desde el bosque de Sherwood, sino que lo hace desde Menlo Park, California. No son unos cuantos campesinos devenidos en arqueros rebeldes por los tributos a pagar al Sheriff de Nottingham; la app tiene hoy 13 millones de usuarios. Una cifra similar a la ciudad brasileña de San Pablo.

    Wang Anquan pasó por Ali Baba y la empresa de smartphones Xiaomi para fundar Fumi Technology en 2016. Contiene a Webull, la gran competidora de Robinhood. Fumi tiene sede en Changsha, China, la capital de Hunan, conocida porque allí inició Mao Zedong su carrera en el Partido Comunista Chino. Vueltas de la historia. Webull tiene sede en Nueva York. Y su CEO es Anthony Denier, nacido allí, graduado en Columbia y con pasos previos en el Credit Suisse. Un perfil bien tradicional de Wall Street.

    Volvamos a Vladimir Tenev y Baiju Bhatt. Ambos se conocieron en la universidad de Stanford. Tenev, nació en Bulgaria y la familia se mudó a Estados Unidos, ya que sus padres trabajaban en el Banco Mundial. En Stanford cursó matemática. Bhatt es de origen indio y estudio física y matemática. Los dos rondan los treinta y cinco años. Perfil muy lejano a las finanzas, pero nuclear al start up tecnológico. Aquello que llamamos nerds, con sorna.

    Unos días atrás Robinhood y Webull rompieron los códigos del mundo financiero neoyorquino cuando miles de inversionistas operaron con las acciones de GameStop, una cadena de venta al público de videojuegos y consolas al borde de la extinción. Usuarios de las apps utilizaron la red social Reddit para colaborar entre sí para ganar dinero y castigar a operadores bursátiles y fondos de inversión “tradicionales” vía la operatoria de short-selling. Quien más perdió fue Melvin Capitals.
    Estamos ante una combinación entre la Primavera Árabe y Jordan Belfort, el Lobo de Wall Street. Nuevos jugadores cuestionan el sistema establecido a partir del uso de tecnologías y dispositivos novedosos que rompen la forma de operación existente. Las “multitudes inteligentes” (“Smart mobs”) de Howard Rheingold y la lógica de la acción colectiva de Mancur Olson se combinan para que guerrillas dobleguen algunos ejércitos. Los partisanos financieros fueron acompañados por fuerzas con bandera y uniforme. En el caso de GameStop, a una multiplicidad de pequeños inversores se sumaron fondos de inversión como BlackRock. Colaboración en un universo heterogéneo. Capitalismo de hormigas y águilas.
    Vivimos un período donde el conocimiento en matemática y ciencias duras marcan el paso. Se traduce en dispositivos poderosos en manos de personas comunes que los operan cotidianamente.
    ¿Cómo estamos en la Argentina? Hay de todo un poco. Desde estrellas como Mercado Libre o Globant a programadores que operan de modo casero. El gran cuello de botella es potenciar la formación de los jugadores. Desde programadores y empresarios, hasta la persona de la vuelta de la esquina que la opere diariamente de modo concreto. Y se necesitan regulaciones no conservadoras que acompañen el proceso.

    Cuando era chico y los turistas entraban en auto a la ciudad de Humahuaca, Jujuy, una nube de changos los corría por detrás. A borbotones recitaban el poema “No te rías de un coya” del maestro local Fortunato Ramos, cosa de obtener unos pesos para comprar alguna golosina.
    Los changos de las finanzas no quieren comprar golosinas. Ya compraron el kiosko. Y no les interesan los autos convencionales. Salvo el Tesla, son objetos del pasado. Están abriendo un futuro nuevo que aún no lo vemos del todo. El tiempo de recitar poemas a los de afuera ya pasó.

     


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