"Portal a los Hielos Eternos" |
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Un domingo por la mañana en Midland (Texas). Entre la iglesia metodista de color amarillo donde se casó George W. Bush, y la cabaña de madera de tilo donde sus seguidores hacen cálculos con los dineros y los votos, hay un mural de Jesucristo sobre un horizonte rojo llameante.Una legión de cruces blancas se yergue sobre la arena y se alza una promesa: “Matar a Satán” y, rotulada sobre la pared de un banco, a su lado, un cartel dorado reza: “Que Dios bendiga a América”.
Si cruza dos polvorientas manzanas, dejando atrás las banderolas rojas y azules que apoyan al “Hijo Predilecto de Midland”, se encontrará ante otra de las 250 iglesias en una localidad que apenas supera los 100.000 habitantes: la Primera Iglesia Presbiteriana, donde en 1985, 8 años después de su boda, George W. Bush abjuró de los últimos rescoldos de su vida de soltero, de vaquero vagabundo.
En estos pasillos, iluminados como un hospital, fue donde Bush comenzó a estudiar la Biblia, renglón a renglón, decidido a vivir y ofrecerse como candidato electoral y gobernar según los valores que rigen este singular trozo de América.
Aparte de sus iglesias, que despuntan entre los modestos bungalós y oficinas, el activo más importante de Midland se halla bajo tierra, en forma de pozos de petróleo. La superficie es un altiplano desértico y sin árboles.
Aquellos que durante los años '50 visitaron la casa donde Bush pasó su infancia, recuerdan un oscuro cielo de arena, murallas de polvo rojizo levantadas por el infame viento del oeste de Texas.
Hacia los '70, cuando Midland se convirtió en el cuartel empresarial del clan, creció la población y aumentó el número de calles con pequeños jardines, pero ni desapareció la arena ni se plantaron más árboles.
Los habitantes de Midland siempre se han definido como resistentes y decididos. “Así es como tienes que ser cuando vives en un entorno en el que la naturaleza es tan hostil”, afirma Clayton Williams, baluarte de la Primera Iglesia Presbiteriana, petrolero y ex candidato a gobernador de Texas.
El pastor de la iglesia Stonegate Church, Patrick Payton, opina que Midland tiene una misión sagrada. Cree que no fue el azar lo que en 1948 llevó allí a George Bush padre junto a su esposa y el pequeño George, que había nacido en Connecticut en 1946.
Además, el general Tommy Franks, el comandante en jefe de las tropas de USA durante la Guerra de Irak de 1991, también procede de esta localidad e incluso fue compañero de colegio de Laura Bush, actual primera dama.
“Sus habitantes tienen una responsabilidad especial, basada en la fe y en su fuerza para proyectar esa fe”, afirma.
Actualmente, hay un recorrido guiado por los hogares presidenciales para recordar a todo el mundo quiénes son sus residentes más especiales.
En enero de 2001, azotados por el viento del desierto tejano, George W. Bush les dijo a sus antiguos compañeros de colegio, donantes de campaña y otros estudiosos de la Biblia como él, que “Midland era su última parada antes de Washington y que su intención era ir allí y gobernar según los valores de Midland”.
Hoy día, la mayoría de la población afirma orgullosa que el Presidente ha hecho precisamente eso y que por ello debería ser reelegido.
El mensaje que tienen para todos aquellos que, “simplemente, no entienden a George Bush”, es “vengan aquí e intenten comprendernos”.
Esta mañana, en la iglesia baptista de Kelview, el sermón del día reflexiona sobre el coste de apartarse de la senda del Señor. El mundo se divide entre los “elegidos” y los “no elegidos”, (incluso en el lenguaje llano de Midland está mal visto emplear la palabra “condenados”).
A Bill Collins, capataz de un almacén de la industria petrolera, no le cabe duda de que tanto él como George Bush se encuentran entre los primeros. La salvación no es un tema que deba tomarse a la ligera. “Después del 11 de septiembre, tras las batallas a la orilla del río Éufrates y mientras los judíos recuperan todos sus territorios bíblicos, cada vez está más cerca la segunda venida de Cristo”, afirma.
“La mano de Dios guía la política exterior norteamericana y me alegro por ello. La agitación en Oriente Medio se hace cada día mayor y yo me alegro, porque cuanto mayor sea el caos, más cerca estaremos del Rapto”.
¿El Rapto? Según esta doctrina, Jesucristo regresará y los “elegidos” serán transportados por el aire para no sufrir la Gran Tribulación que durante siete años se cebará sobre todos los demás.
Así se lo dijo San Pedro a los Tesalónicos en un pasaje bíblico que la mayoría de los predicadores prefiere obviar. No así los de Kelview.
Bill Collins, de pelo cano y piel grisácea, acaba de escuchar un sermón sobre la destrucción de Sodoma. Una lluvia de fuego y azufre aguarda a todos los habitantes de Midland que aún no se cuenten entre los “elegidos”, los que, por ejemplo, permanecen en silencio mientras se clavan más cruces blancas recordando el creciente número de víctimas del aborto y mientras los homosexuales se casan en Massachusetts.
Si todo este horror no es más que el avance del calendario previsto para la salvación, para personas como Bill Collins se trata de una bendición añadida. “Cuanto más oscura se torna la noche más se ilumina mi corazón”, dice citando a R.A. Torrey, predicador evangelista y uno de los pioneros en difundir los valores que han arraigado en la ciudad de Midland.
El fin se aproxima. Estamos en la Primera Iglesia Episcopaliana, el edificio más cercano a “la casa de la infancia de George W. Bush”.
Los episcopalianos se consideran más próximos a la moderada Iglesia Anglicana, aunque lo que más ansiedad les produce sea la homosexualidad.
“Texas y África tendrán que trabajar juntos para encontrar una solución”, afirma Mary Collier, una diácono en prácticas, una vez finalizado el servicio religioso.
Ella también está ansiosa por vivir al máximo el tiempo que resta hasta el inminente final de los tiempos: “Sólo hay que leer el libro de las Revelaciones”, argumenta Mary. “Leer lo referente a las guerras de Babilonia. El final se aproxima y pronto llegará el Rapto”.
Pero, ¿qué es exactamente el Rapto?.
Hay mucha reticencia, incluso entre los más devotos, a explicarlo. En el cementerio de Resthaven, al norte de la ciudad, Kylie Harris dirige a unos visitantes hacia una demostración de los sepelios que organizan. De una manera mecánica, como si explicara los diferentes precios de las coronas, Harris cuenta lo que sucedería si hoy mismo tuviera lugar el Rapto: “Bueno, ahí está enterrado el padre de Laura Bush”, dice señalando entre las enormes estatuas del camposanto.
“Imagínate que el presidente y su esposa llegasen aquí esta tarde y diera comienzo el Rapto. Habría guardaespaldas, periodistas y todo eso. La mayoría de ellos se quedaría atrás, en especial los periodistas. Sin embargo, donde estuviesen los Bush sólo quedaría una pila de ropa en el suelo y ese pin que siempre lleva el presidente en la solapa. Se habrían marchado por el aire. Eso es en lo que creemos”.
¿Y qué les sucede a todos los excluidos del Rapto? “A algunos les espera un lago de fuego. A otros, una segunda oportunidad durante la época de la Gran Tribulación. Pero es algo muy complicado y sería mejor que lo explicase el pastor”.
En la Primera Iglesia Presbiteriana, donde George W. Bush estudió la Biblia, Steve Wilkins, el pastor de guardia, calcula que las tres cuartas partes de la población de Midland creen en la doctrina de Left Behind, (los dejados atrás o los abandonados).
La serie literaria Left Behind, escrita por Tim Lahaye y Jerry Jebkins, aborda las profecías bíblicas como si fueran un culebrón con los pecados y las guerras como ingredientes.
Son la última sensación editorial en USA y ya han vendido 62 millones de libros.
A la entrada de su oficina, Wilkins tiene una carta de George W. Bush donde promete “el sueño de una renovación espiritual de América”.
Joven, menudo y cauto, el pastor no desea especular en exceso sobre las creencias del propio Bush, ni considerar si la actitud de Midland hacia Israel, Irak o hacia el calentamiento de la Tierra está influida por las arraigadas creencias sobre la segunda venida de Cristo.
Tal como explica, el nombre técnico de la doctrina que defiende el Left Behind es el Dispensacionismo premilenarista, surgido de las enseñanzas de John Nelson Darby, un irlandés del siglo XIX que realizó frecuentes viajes a USA.
A Darby no le quieren demasiado en su tierra, pero en Midland su obra se encuadernó en 31 volúmenes azules.
El Dispensacionismo se refiere a las distintas edades de la Humanidad y cómo las diferentes partes de la Biblia son aplicables a cada época. “Benditos sean los pacificadores”, por ejemplo, quizás no resulte apropiada en la actualidad. Para Wilkins, “George Bush se inclina hacia esta corriente de pensamiento”.
Así, si la Biblia es verdaderamente inalterable y sólo es el mundo lo que cambia, las palabras inamovibles de Dios deben ser interpretadas para que encajen con la realidad.
Confianza divinaTras regresar a la iglesia baptista de Kelview, el pastor Bill Skaggs se atreve a hablar de política: “George Bush es un líder que antepone a Dios. No es de los que alzan un dedo para ver hacia dónde sopla el viento. Él confía en Dios para que le diga lo que está bien”.
Skaggs es un ex analista de sistemas informáticos que, al igual que muchos otros pastores de Midland, posee un historial empresarial en la industria tecnológica. No es ningún telepredicador que blande la Biblia desde el púlpito y exige dinero bajo amenaza. Su iglesia ofrece una intensa educación.
De los estudiantes se espera que presten la misma atención que, en el pasado, exigió Calvino. Aquel rigor es el que, ahora, el presidente afirma que caracterizó su propia educación. Los fieles están dispuestos a pagar por ello. Aportan a su iglesia al menos un 10% de sus ingresos.
Skaggs es un creyente convencido del Rapto. Para él, la primera Carta de San Pablo a los Tesalónicos lo deja bien claro: “El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego, los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire”.
¿Por qué ahora? ¿Por qué la gente de aquí percibe el Rapto como algo tan inminente? ¿Acaso la mayoría de los cristianos no piensa que ya se han cumplido las grandes profecías de la Biblia?.
Skaggs hace una salvedad: “No podemos saber el momento”, responde, “pero considere los cambios. Por ejemplo, la situación en Israel, eso es una prueba de la existencia de Dios, pero sólo se ha convertido en una prueba real desde su creación en 1948”.
Basándose en el Evangelio de San Mateo y en el Libro de Daniel, los fundamentalistas enseñan que los judíos deben reunirse en sus tierras bíblicas antes del regreso de Cristo, teniendo que escoger entre convertirse o condenarse.
“La batalla entre los judíos y los palestinos es fundamental”, afirma Skaggs, “se remonta a cuando Isaac se ganó el favor de Abraham frente a su hermanastro Ismael. Hasta que aquello no se resuelva, ambas facciones continuarán lanzándose al cuello del otro”.
El pastor se presenta a sí mismo como un hombre moderado. “Creer en la inminencia del Rapto no es excusa para desentenderse del estado del mundo: la degradación del medio ambiente, la situación en Irak, la torturas a los prisioneros... Al contrario, creer en el Rapto requiere que estemos preparados para justificar, en cualquier momento, nuestros actos ante Cristo”.
Al día siguiente, los problemas religiosos del domingo se han convertido en los problemas políticos de los lunes.
Sue Brannan, presidenta del Partido Republicano en Midland, piensa en las elecciones presidenciales de noviembre. Es lo suficientemente astuta como para saber que ni siquiera en Texas “George W. Bush, el hombre con Dios a su lado”, resulta tranquilizador para todos. Fuera de Texas, puede resultar aterrador para muchos.
“No es un fanático”, dice mientras se coloca sus gafas de lectura rojas, blancas y azules. “Todos los días, él y Laura leen la Biblia y rezan junto a la cama. Eso es lo que él me dice. Dios es su guía. Pero eso no significa que consulte con Dios todos los detalles de la política exterior. Eso sería algo estúpido y yo sé que él no lo es”.
Brannan aún recuerda con afecto cómo ella y su marido consiguieron un importante crédito de un banco del que George Bush padre era miembro del consejo de administración.
Eran constructores de viviendas y estaban asociados con los padres de Laura Welch, la actual “primera dama de USA y primera madre”, según puede leerse en el subtítulo de la biografía que se vende en la oficina local de turismo.
Jenna Welch, “la primera suegra”, se ha instalado recientemente en una residencia de la tercera edad. Desde allí preside y mantiene una estrecha amistad con todos los grupos influyentes de Midland y Washington. Brannan no comprende cómo tantos forasteros son incapaces de ver a George W. Bush como ella le percibe.
“Estamos orgullosos de tener a un presidente cristiano. En Midland somos tres en uno: nuestra familia, nuestra empresa y nuestra iglesia. No es bueno mantenerlos separados. Lo lamento por la gente que no puede verse a sí misma como nosotros nos vemos”.
Al igual que Skaggs, Jenna se define como moderada. “No creo que Cristo venga para reinar sobre la tierra, sencillamente creo que se acerca el fin del mundo. Hay demasiada maldad, demasiados abortos y, ahora con los matrimonios homosexuales es más de lo que el Señor está dispuesto a tolerar. Los muertos se alzarán, los salvados se elevarán. Así es como sucederá”.
¿Usted ya está salvada? “Sí, absolutamente. Si pensara que no lo estoy, haría lo que fuera para estarlo”.
¿No percibe ningún riesgo político en alguno de los valores de Midland? “Los medios distorsionan cualquier cosa. Es lo que siempre les digo a George y Laura Bush. Bush, presidente. Esa es siempre mi última respuesta”. Orgullo presidencial
Midland se ha convertido en un símbolo para el inquilino de la Casa Blanca, al igual que su presidencia se ha convertido en un símbolo para Midland. No en vano, en 2000, el 85% de la localidad votó a favor de su “hijo favorito”.
El año pasado habló de su localidad en el palacio de Buckingham en una visita al Reino Unido. Cuando aceptó la nominación republicana, evocó “la inquieta energía, los pozos secos, las tormentas de arena que te hacen ser humilde y tus amigos de toda la vida que te apoyan”, e invocó el lema de su localidad: “El cielo es el límite”.
Resulta indudable que cuando George Bush padre llegó aquí en 1948, era un forastero. Para su hijo esto es su hogar, el paisaje que se ve en las fotos familiares, con las bombas extractoras de petróleo al fondo. Ahora la población cuenta con dos casas presidenciales de obligada visita turística.
En la primera, los amigos compran “tazas de aluminio y alfombrillas de linóleo” para recuperar ese ambiente de los años 50; la segunda, un poco más lujosa, sólo se encuentra a unas pocas manzanas de distancia.
Tras 15 años de ausencia debido a compromisos en Houston y Yale, George W. Bush inició en 1975 su segunda época en Midland. “Aquí le presentamos a Laura. Al principio, ella no parecía demasiado interesada, pero cuando por fin se conocieron, todo fue sobre ruedas”, relata Joe O’Neill, compañero de escuela del presidente.
Los O’Neill hacen gala de su catolicismo: “Soy un irlandés fuerte y dispuesto a demostrarlo”. ¿Un católico entre protestantes fundamentalistas, acaso no equivale eso a ser un forastero?. No hay que olvidar que para quienes creen en “los dejados atrás”, el Papa de Roma es el principal candidato a ser el Anticristo. Incluso para los más tolerantes, los católicos sólo son “cristianos de domingo”.
Joe O’Neill defiende la tolerancia de Bush como un componente vital del hombre. Ningún presidente podría desear a “un partidario de por vida más leal”, como se define a sí mismo.
Tras contraer matrimonio, ¿tuvo George W. Bush un problema con la bebida cuando los negocios le fueron mal? “Si hubiera tenido algún problema con el alcohol”, responde, “me hubiera enterado. Puede que a veces bebiéramos en exceso. Conozco a gente que sí ha tenido problemas con el, pero George no los tuvo. De hecho, yo compartí su última copa, un Silver Oak Cabernet de una de las mejores añadas.
Es cierto que aquella noche de 1986 fuimos bastante ruidosos, pero no nos echaron del restaurante. George estaba decidido a no arriesgarse nunca más a dejar a su padre en evidencia. Así que dejó de beber”.
¿Tiene algún defecto el presidente? “Su tacañería. Antes se ponía mi ropa vieja, lo que fuera. Su aspecto era tremendo”. Sólo hay un momento en el que O’Neill se muestra algo irritado con su viejo amigo.
Su padre coleccionaba óleos inspirados en el viejo oeste y en los pozos petrolíferos. Antes, uno de sus mejores cuadros, titulado Un legado que custodiar, estaba colgado tras el escritorio de su despacho. Ahora se encuentra en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
“George lo muestra a todos sus invitados. El título es metodista, de Charles Wesley, y así se tituló la biografía de la campaña de Bush. Incluso el hombre montado a caballo guarda un cierto parecido con George Bush padre”.
La biografía que menciona contiene una declaración muy clara sobre política y religión: “No sería gobernador”, escribe Bush, “si no creyera en la existencia de un plan divino que reemplaza todo plan humano”.
En palabras que confirman lo dicho por Bill Skaggs, el presidente describe cómo la fe “me liberó para tomar decisiones que tal vez no fueran del agrado de otros”.
Aquellos que han recibido la divina gracia salvadora, apunta Skaggs, ya no pueden perder ese don a pesar de cualquier error. Son realmente libres. Bush recuerda cómo un predicador de Texas, “cual Moisés”, le dijo que aceptara el reto del liderazgo, y cómo él respondió a aquella llamada.
Los que conocen a George W. Bush están convencidos de que el estudio de la Biblia, renglón a renglón, supuso algo trascendental para él y que su asistencia a las clases de la Primera Iglesia Presbiteriana templaron su mente.
Le hicieron pensar que no era un hombre cualquiera. Eso le aportó su interpretación protestante tejana en la que Dios, sin intermediación de cualquier otra autoridad, camina a su lado.
En Midland, incluso los más feroces y escasos detractores suyos aseguran comprenderle mejor que cualquier crítico de afuera.
Travis Beckham, un arisco pintor y constructor de 60 años, pertenece a la Iglesia Unitaria Universalista, un refugio para anglicanos, liberales y ecologistas.
Sentado en su estudio, da un repaso burlón a los creyentes del “final de los días” que, en el pasado, ya predijeron el inminente regreso de Cristo, floreciendo en momentos de inseguridad.
“Hubo un tiempo en que nadie te preguntaba si eras cristiano”, explica Beckham.
“Midland conoció una época en la que no importaba demasiado lo que la gente creyera: todos éramos forasteros. Ahora este lugar se ha marcado una misión mundial al marcial ritmo del paso de la oca. A la gente que apoya a Bush no les importa el planeta.
Lo único que les importa es Israel, Irak y el cumplimiento de su profecía. Eso es de todo lo que hablan. Esperan que Bush esté pensando en lo mismo. Bush afirma que comparte con ellos todos sus demás valores. ¿Por qué no iba a creer Bush también en el Rapto?”.
Incluso entre los seguidores de Bush hay algunos objetores a su lenguaje religioso.
Sarah Drescher es también pintora. Cree en la política de Bush y en el Rapto. Considera a Internet y la CNN como las “bestias globales”, pero no le gusta ver la política mezclada con la religión: “Por aquí la gente vive en una burbuja, no tiene ni idea de lo nerviosa que ponemos a otros. Tras el 11 de septiembre, Bush utilizó la palabra ‘cruzada’ y la prensa extranjera se horrorizó. ¿Cuánta gente por aquí es siquiera capaz de saber lo que fueron las Cruzadas?”.
Estracta:Por Peter Stothard para Magazine, El Mundo, Madrid, España, 2004. Publicado en urgente.info. (04/10/2004 - 23:42)
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