Luanda: Hace unos días me preguntabas por Zoran Djindjic y si nuestro deseo de saber sobre los muertos era homenaje al pasado, a lo que no supimos, o pura curiosidad. Creo que es un poco de las tres categorías y que depende mucho de la persona que desea saber.

Sin embargo, hoy pienso más que nada en el homenaje al tiempo. Hace unas 72 horas pensaba mucho en el asesinato Djindjic y la situación política de Serbia; ahora, sólo pienso en cuándo empezarán a caer las bombas sobre Irak. Una vez que Djindjic dejó de ser tapa de diarios y primera noticia en informativos de televisión, Djindjic se volvió más muerto que nunca.

Los medios de mi país me contactan poco para hacer algunas salidas gratuitas, y hace una semana presentaron a una periodista que fue expulsada de Bagdad como a la última periodista argentina en Irak.

Mi mamá estaba furiosa con ellos, porque si yo no estaba en sus noticias, mi presencia en Irak era bastante menos real, menos palpable incluso para quiénes saben que estoy acá.

Por eso creo que el tiempo en que las cosas son noticiables es el tiempo verdadero en la vida de personajes públicos como Djindjic o Lady Di. Claro que sus seguidores seguirán llevando flores y esperando sin éxito que llegue pronto un reemplazo.

Claro que serán recordados e incluso alguien escriba sobre ellos libros, canciones o películas. Pero en la vida cotidiana de todos nosotros, ellos estarán muy muertos. Y nosotros dejaremos de querer saber sobre ellos cuando aparezca otra muerte trágica e inesperada y las noticias hagan resucitar al nuevo muerto por días u horas.