"Portal a los Hielos Eternos" |
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En el ingreso Oeste a la ciudad de Caleta Olivia a la altura del Barrio 17 de Octubre se han colocado tres "lomos de burro" para que los automovilistas que transitan por la Ruta Provincial N° 12 aminoren la velocidad, ya que en ese sector han ocurrido varios accidentes. Los vecinos requieren que se instrumenten mayores medidas de seguridad por la velocidad con que se desplazan numerosos conductores. También exigen que se coloque iluminación y, semáforos y además que se construya una rotonda ya que es un riesgo constante ingresar o salir del barrio. Las críticas no sólo fueron para el municipio sino también para Vialidad Provincial y para la empresa que desde hace muchos años construye lentamente la Avenida de Circunvalación (para el desvío del tránsito pesado). 10 de Diciembre de 2011. Caleta Olivia, Santa Cruz, Argentina. Estas imagenes son meramente ilustrativas para este artículo.
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Cada año, más de 300 chicos menores de 15 años mueren en choques o atropellados por otros vehículos. El año pasado, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, esas 338 víctimas representaron el 8,12% de las muertes, una proporción que incluso creció respecto de 2009, cuando representaron el 7,71%.Esta semana murieron seis nenas que viajaban en un micro escolar arrollado en San Luis por un tren, y cinco varones de una escuelita de Fútbol de Banderaló: iban en una combi que chocó con un camión en la ruta 7.
“De la siniestralidad de los niños, los únicos responsables somos los adultos -afirma Eduardo Bertotti, del Instituto de Seguridad y Educación Vial.
¿Conocemos sus limitaciones físicas y psíquicas?” Esas limitaciones hacen que, en el momento de un siniestro vial, un chico corra mayor riesgo de muerte. Si es peatón, el impacto será del torso hacia arriba, lo que implica menor posibilidad de supervivencia.
Por esa causa, el porcentaje de menores lesionados es menor que el de fallecidos : 4,97% de heridos leves y 2,97% de heridos graves.
“Uno de los errores es que queremos adaptar los niños al tránsito, y tiene que ser al revés. Esto lleva a los planteos de cómo tenemos que enfocar el transporte escolar -apunta Bertotti-.
A nuestros niños, que se supone son el tesoro más importante, les entregamos como vehículos escolares aquellas unidades que desechamos del transporte público de pasajeros. Usamos las mismas para transportar escolares los días hábiles, adultos al hipódromo, barras de fútbol a las canchas, y militantes a los actos políticos”.
“Cuando un colectivo deja de ser un transporte de línea, cumplió su vida útil; la cumplió para todo, técnicamente no está apto para circular -coincide Fabián Pons, gerente general de CESVI-.
Cuando están más arruinados, los usan para las colonias de vacaciones y para trasladar piqueteros. Parecería que estamos acostumbrados a aberraciones como estas; estamos viéndolas todos los días, en Capital y en todo el país. Hay que esperar a que el siniestro ocurra, pero que va a ocurrir, seguro que va a ocurrir”.
Pons plantea que en Argentina “no hay suficiente educación vial para que el chico pueda ser crítico de la posición que le están obligando a tomar”. Los ejemplos abundan: los ubican en el asiento delantero, los llevan de pie en el ciclomotor o sin casco. O sentados en el caño de la bicicleta.
“Si la madre pone a hervir agua en la hornalla de adelante y el chico se quema, es negligencia de la madre; pero lo otro no: ‘Es un accidente’. Lo que hay son siniestros viales, y los chicos son rehenes de las situaciones causadas por los adultos -recalca el gerente de CESVI-. Les hacen asumir riesgos sin tener la posibilidad de decidir, ya que un chico no se le rebela al padre o a la madre”.
El director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, Felipe Rodríguez Laguens, también subraya la responsabilidad de los padres en cuidar que se respeten las normas de tránsito por parte de quienes llevan en transporte a sus hijos:
“No es falta de amor sino falta de conciencia. Sin embargo, no tenemos culturalmente arraigado como padres la responsabilidad de cuidarlos y protegerlos sentándolos en el asiento trasero cuando son menores, usando el cinturón de seguridad, o en caso de niños más pequeños colocándolos en la sillita apropiada”.
Para los transportes que llevan niños, Bertotti reclama “una política muy seria y restrictiva, que no tiene que ser nacional, sino local: el que tiene que estar mirando es la autoridad de cada jurisdicción. Pero son normas que la mayoría de nuestras sociedades urbanas no tienen. Con una sociedad no educada, hay una cultura de fatalidad frente al siniestro. Entonces, es lógico que no va a haber percepción del riesgo, ni se va a poder lograr que esa sociedad adquiera conductas de prevención”.
Créditos:
- Publicado en el Diario Clarín. (06/11/11)
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